27.1.10

Graves daños y duras lecciones de la emergencia por las lluvias

La situación mezcla consideraciones humanitarias, que tienen estricta prioridad y deben convocar la ayuda y solidaridad de todos. Pero, luego de ello tenemos, como país, que analizar lo que ha pasado y elaborar planes de recuperación


Las torrenciales lluvias que azotan varias regiones del país, en el sur, centro y norte, configuran una severa emergencia nacional. A medida que pasan los días, crece tanto la cifra de muertos, cercana a la decena, como de heridos y damnificados, que suman decenas de miles, lo que torna insuficientes los esfuerzos de ayuda, bastante dispersos.

Esa debe ser la consigna ahora: ordenar y sistematizar, con la premura que la situación exige, el apoyo a las zonas de emergencia, bajo el gran paraguas del Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) y la Presidencia del Consejo de Ministros.

Son muchas las lecciones que debemos sacar. Ante todo, entender que somos un país geográficamente disperso y expuesto regularmente a fenómenos como estos.

Sorprende, sin embargo, no solo el colapso de los desagües en varios pueblos, construidos sin cálculos técnicos, sino también la irresponsabilidad de quienes siguen alentando las invasiones y la construcción de viviendas en laderas de cerros y cauces de ríos, lo que, en épocas como la que hoy vivimos, es germen de desastres que pudieron evitarse.

Asimismo, se comprueba también la imprevisión de autoridades regionales y municipales, que no cuentan con planes de contingencia ante situaciones críticas que, aunque en menor intensidad, son recurrentes en sus circunscripciones.

Dicho esto, que debe merecer un debate nacional para tomar medidas en el futuro, hay que seguir atendiendo la emergencia que afecta a cientos de miles de personas en el Cusco, Apurímac, Puno, Áncash, Tumbes, entre otras regiones.

Gran responsabilidad corresponde al Ministerio de Transportes y Comunicaciones, pues los huaicos y la crecida de los ríos han causado la caída de puentes y la destrucción de caminos, que han dejado aisladas a importantes poblaciones.

En tanto, las labores de rescate, en las que participan aeronaves de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional se desarrollan bajo intensa presión, no solo de las mismas lluvias que dificultan los aterrizajes, sino también de los mismos poblados, cada cual reclamando prioridad. Aquí es necesaria una gran campaña, a través de la radio y la televisión, para informar sobre los pronósticos del clima —el Senamhi indica que las lluvias seguirán con fuerza hasta el viernes— y el desplazamiento de los grupos de rescate. A propósito, recobra actualidad el pedido del Instituto Geofísico del Perú al MEF para aprobar la partida y adquirir un sistema de alerta temprana de tsunamis. Más vale prevenir…

Mención aparte merece el tema del turismo. Lamentablemente una turista argentina y su guía peruano han muerto por un alud y otros están heridos, lo que obliga al Gobierno a redoblar esfuerzos para rescatar a los miles de visitantes, extranjeros y nacionales, dispersos en el santuario de Machu Picchu, y a coordinar su rescate y salida con algunos gobiernos extranjeros.

Se mezclan consideraciones humanitarias, que tienen estricta prioridad y deben convocar la ayuda y solidaridad de todos. Pero, luego de ello tenemos, como país, que analizar lo que ha pasado y elaborar un plan de recuperación de vías, circuitos y lugares turísticos, junto con una campaña internacional para recobrar nuestro envidiable sitial en el mapa turístico mundial.



EL COMERCIO

No hay comentarios: