30.1.10

Obama regresa a la pelea

A sólo un año de la creciente esperanza producida por la elección del primer presidente negro en Estados Unidos, Barack Obama parece repentinamente vulnerable. El Partido Demócrata perdió la semana pasada un escaño “seguro” en el Senado, el de Massachusetts que quedó vacante tras la muerte de Edward Kennedy.

La victoria de los republicanos en Massachusetts sonó como una alarma para Obama, cuya popularidad cayó del 68% en abril al 50%.

Los demócratas deberán evaluar ahora las razones de este repentino cambio de la opinión pública.

El deterioro de la economía y la percepción de que Obama no ha hecho lo suficiente para contrarrestarlo es quizás la principal. Se percibe que el gobierno de Obama se puso del lado de los ricos de Wall Street, mientras el estadounidense común perdía su trabajo y su vivienda, y los ahorristas fueron obligados a obtener un interés cercano a cero. Obama no debería ser culpado de una recesión que no creó y que ayudó a contener. Pero lo castigan por haber establecido mal sus prioridades. Invirtió sus mayores energías en lograr la aprobación en el Congreso de la ley de reforma sanitaria.

Sus detractores también lo fustigan por el aumento del déficit fiscal como consecuencia de los programas de estímulo y los rescates de bancos, lo que aumentó el temor de una deuda pública sin precedentes que debe pagarse con un aumento de los impuestos.

Los efectos de la derrota en Massachusetts serán de largo alcance.

Los demócratas tienen ahora cincuenta y nueve escaños en el Senado, uno menos de los necesarios para aprobar los proyectos de ley. Y en noviembre podrían perder varios más si continúa la tendencia revelada en Massachusetts.

Obama debe reconsiderar su estrategia si aspira a recuperar su popularidad. El 21 de enero se pronunció contra los grandes bancos, pidiendo límites a su tamaño y capacidad de asumir riesgos. Una semana antes había propuesto establecer un impuesto a cincuenta de los mayores de ellos para recuperar las pérdidas de los rescates.

“Estamos por meternos en una gran pelea con los bancos”, declaró Obama. Seguramente escucharemos muchas veces la palabra “pelea” a medida que el presidente cambie de táctica para recuperar apoyo. El 22 de enero en Cleveland, donde se mostró inusualmente desafiante, la utilizó más de veinte veces.

Parece claro que Obama ha decidido pelear, en lugar de inclinarse ante sus detractores. Que tenga éxito en un país dividido, aún está por verse.



LA PRIMERA

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