23.1.10

¿Para qué el 2 + 2?

Las acciones de espionaje alentadas por Chile contra el Perú –cuya solución y esclarecimiento confirmarán la sólida veracidad de nuestra denuncia–, junto con otros elementos menos provocadores, aunque irritantes, más que justifican que el mecanismo de consulta mutua que reúne a los titulares de Defensa y de Relaciones Exteriores de ambos países, denominado 2+2, no funciona y debe suprimirse.

La actitud de Chile lo ha invalidado. Su abierta carrera armamentista –que mina la confianza bilateral básica, indispensable para que el 2 + 2 prospere–lo confirma. Se trata nominalmente de un diálogo entre pares que no son tales por la evidente ventaja actual chilena en armamento. La prueba de la inutilidad de este mecanismo estriba en que, a lo largo del último lustro, nuestro país asistió a sendas reuniones de consulta del 2 + 2 y jamás fue informado, ni menos consultado, sobre la masiva compra de armas por su par. En esas condiciones, sumado a la agresión que significa el espionaje montado contra nuestro país, es público y notorio que el mecanismo del 2 + 2 terminó su ciclo, si alguna vez lo tuvo.

Por lo demás, no es prudente que sea el Perú el país que active mecanismos de acercamiento bilateral con Chile. Es Chile el primero que enfrió las relaciones luego de la justa presentación de la demanda marítima en La Haya, y el que luego nos agredió con el espionaje. Le corresponde a Chile, entonces, plantearnos una agenda de buena vecindad. Es su obligación ética ante los hechos y su compromiso ante la comunidad sudamericana que ha acogido de buen grado la propuesta contra el armamentismo lanzada por nuestro país. Conversar no es pactar. Pero el diálogo necesita un ambiente proclive y algunas condiciones básicas que no se han dado entre Chile y el Perú. Nuestra buena voluntad ha sido puesta de manifiesto en reiteradas oportunidades pero no ha tenido una respuesta condigna de parte de Chile.

Con la prudencia del caso –y sin apuro alguno porque nosotros no hemos atentado contra la convivencia– debemos esperar que el nuevo gobierno de Chile recapacite y nos dé una señal clara de que le interesa una relación inteligente y franca con el Perú. Para ello, lo primero que necesita demostrar la flamante gestión Piñera es no ignorar –como lo hizo Bachelet– la denuncia del espionaje y hacer todo lo necesario para su esclarecimiento. Lo segundo, detener su carrera armamentista de manera clara, y lo tercero abogar por el restablecimiento de los mecanismos de consulta y acercamiento bilateral como el 2+ 2, pero desde una óptica radicalmente sincera.

Mientras aquello no suceda, el 2+ 2 no sirve a los intereses nacionales del Perú. Es de esperar que el gobierno de Sebastián Piñera acepte el desafío de mejorar las relaciones con el Perú y pensar en una agenda común de cara al porvenir. Por fortuna el presidente electo de Chile dijo algo muy importante en ese contexto: “Nos separa la agenda del pasado pero nos une la del futuro.” Abrigamos la esperanza de que el próximo jefe de Estado chileno haga honor a sus palabras con una nueva actitud que el Perú sabrá valorar como corresponde.



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