22.1.10

El triunfo de Piñera

Tras veinte años de gobierno de la Concertación –coalición de centro izquierda formada básicamente por la Democracia Cristiana y el Partido Socialista–, Sebastián Piñera, dinámico profesional, próspero empresario abanderado del liberalismo económico y representante de la derecha política –que fuera injusta e interesadamente satanizado por la izquierda de todos los matices– ha triunfado claramente en las urnas, iniciando una nueva era en la política contemporánea chilena.

El triunfo de Piñera significa un cambio sustantivo en el contexto regional, muy importante para la consolidación de la democracia, la globalización y el progreso de nuestros pueblos. Pudiera ser que esa victoria no represente mayor contraste en las relaciones bilaterales entre Perú y Chile, habida cuenta que la política exterior chilena –y ése es uno de sus logros de esa nación que es menester reconocer– es desde hace décadas una política de Estado que permanece invariable sea cual fuere el gobernante o el partido en el poder. Demostración palmaria de este aserto lo constituyó el hecho que, con el socialista Salvador Allende, la política exterior de nuestro vecino –de cara a nuestro país– discurrió por los mismos cauces que con Alessandri: confianza declarada

pero desconfianza en firme; expresión de buena vecindad pero compras sostenidas de armamento y mantenimiento puntual del existente; y presencia creciente y totalizadora en organismos internacionales, desde donde trabajar para nuestro aislamiento diplomático internacional. Con Pinochet, a esas características hubo que añadir otra: la penetración sistemática en la economía peruana a través de sus capitales y de sus empresas, que, de acuerdo a esa política de Estado, siguió pujante con los cinco gobiernos de la Concertación y que seguirá, sin duda, expandiéndose ahora con Piñera.

En los temas cruciales de la relación con el Perú, la clase política chilena tiene una sólida posición, sea cual fuere su color o signo ideológico. Ya el electo presidente, Sebastián Piñera, ha adelantado algunas posiciones respecto a las perspectivas internacionales de su gobierno. Al Perú le cabe entonces seguir abogando por una relación prudente, firme e inteligente, que no olvide que el vecino del sur, independientemente de quien lo gobierne, mantiene una posición geoestratégica que hay que saber encarar con pragmatismo, sopesando diversos factores en juego, y buscando una agenda de convivencia clara, además de un intercambio económico y comercial que apunte a la igualdad de condiciones.

La derecha chilena accede al poder. El futuro de ese país está asegurado. Pero para el Perú la lectura de aquella elección es igualmente política: la economía de mercado, para que sea realmente pujante, requiere estar inscrita en un contexto democrático y, además, estratégico. Y la vecindad geográfica constituye un elemento pétreo en esa última acepción. En ese sentido, las relaciones exteriores de Chile con el Perú, como señalamos líneas arriba, giran en torno a una clara política de Estado aplicada en forma invariable por todos los regímenes chilenos. Aunque también es cierto que en los últimos años la geopolítica mundial ha sufrido una variación sustancial, la que sin duda influirá en la futura ejecución de aquella política de Estado chilena. En ese orden de ideas, abrigamos la esperanza que el triunfo de Salvador Piñera sirva para promover mayor acercamiento y amistad con el Perú.


EXPRESO

No hay comentarios: