24.1.10

Cuídate

Jaime Lértora
Columnista



No sé cuándo fue que empezamos a usar está fórmula de despedida. Antes, recuerdo, usábamos el “chau” y luego el “nos vemos”, ésta última con la variante “ahí nos vidrios”. Pero la actual, que lleva ya unos buenos años de vigencia, es este “cuídate” que usamos todos, viejos y jóvenes: “cuídate mi hermano”, “cuídate hijito”, “cuídate mi amor” ¿pero cuídate de qué? ¡Pues de todo!

Hay una seguridad que depende de nosotros y otra de la cual dependemos. La que podemos manejar por cuenta propia es aquella de la correa de seguridad, el cruzar por las esquinas, usar el puente peatonal, decirle no a los enchufes múltiples, respetar la luz roja y muchas otras en la que nuestro comportamiento atento y seguro nos puede alejar del peligro.

La seguridad que no está en nuestras manos es a la que quizás invoca este cuídate y es la que está en las calles, mejor dicho no está y por eso es que tenemos que cuidarnos. “No camines por esa calle porque te asaltan”, “no circules por esa zona porque están secuestrando”; robando, asesinando, violando, es decir una inseguridad que no depende de nosotros controlar ¿de quién depende entonces?, ¿será de la policía?, ¿o dependerá tal vez de la seguridad que debamos contratar particularmente?

Podemos mejorar la seguridad que depende de nosotros en la medida que de veras sintamos que la vida que vivimos es importante tanto para nosotros como para quienes forman nuestro entorno familiar, social o laboral. Nos cuidaremos más cuánto más nos apreciemos, nos valoremos, creamos en nuestro proyecto personal y, además, sepamos que nos esperan en casa.

¿Pero cómo se mejora la seguridad que no depende de nosotros sino de quienes están obligados a proporcionárnosla: la autoridad que le dicen? La actividad disuasiva o protectora de la policía no es presencia sino ausencia. Barrios enteros desprotegidos, cada vez más zonas rojas, tantas que quizás ya no queden espacios seguros. Mientras, la delincuencia campea y muchos en su desesperación empiezan a tomar la justicia por mano propia. En la ruta a Colca se pasa por barrios muy pobres, allí he podido leer algunos letreros con diversas versiones de advertencia a los delincuentes: “aquí a los ladrones los quemamos”. Están llegando a estos extremos porque allí la policía no entra como dicen. Y no entra o porque tiene miedo o porque las unidades no tienen llantas o les falta gasolina. Una amiga me contaba que un oficial de una comisaría cercana a donde ella vive, le ha pedido que cuando cambie las llantas de su camioneta le haga el favor de donárselas porque sus unidades no tienen cómo circular. No creo que esto sea una excepción, la enorme inseguridad en las calles y la casi nula presencia policial así lo confirma.

Queda claro que en este asunto de seguridad no tenemos otra salida que seguir viviendo a la defensiva, cada día haciendo menos cosas, usando con más frecuencia el cuídate, invocando a todos los santos que no nos pase nada, ni a nosotros ni a quienes queremos. O quizás si haya una salida y está sea que nos nombren ministros para tener cuatro unidades motorizadas y un buen contingente de uniformados cuidándonos. Pero mientras eso no pase “cuídate por favor que en casa te están esperando”.


LA PRIMERA

No hay comentarios: