27.1.10

Quebrando los huevos de oro

El reciente desarrollo del turismo en el Cusco ha sido espectacular, y el flujo de inversiones en hoteles, restaurantes y trenes se mantuvo a pesar de la crisis internacional. Incluso, ante la creciente demanda, esperan pronto realizar vuelos nocturnos en un aeropuerto que hasta hace poco solo operaba por horas en la mañana. Toda esa actividad ha llevado a que, en los últimos 5 años, el nivel de ingresos promedio de una familia urbana cusqueña haya aumentado en más de 40%. Claramente, el boom del turismo se traslada a mayor bienestar.

Sin embargo, en un acto de masoquismo colectivo, los cusqueños han decidido matar a la gallina de los huevos de oro que es el turismo. Primero se dedicaron, el último par de años, a promover absurdos y frecuentes paros para asegurar que la imagen de turistas varados sea transmitida en televisión a todo el mundo. Ahora, con los deslizamientos cubriendo la línea férrea a Machu Picchu, dejando aislados a 2,000 turistas, le han dado un nuevo significado a la desorganización e incapacidad estatal.

Todos los años, sin excepción, llueve en esa región, así que uno pensaría que las autoridades locales estarían preparadas para actuar en cualquier contingencia. Lamentablemente, cuando ocurrieron los huaicos, el gobierno regional fue el primero en hacerse a un lado, y el municipal, bien gracias.

Llegó al rescate el Gobierno Central, pero resulta que en las Fuerzas Armadas no tienen suficientes helicópteros operativos para poder realizar un puente aéreo de solo 70 kilómetros o media hora de vuelo. Así que tuvieron que recurrir al sector privado, pero esas naves no pudieron despegar porque la única planta de combustible autorizada, de Petroperú, estaba inundada.

Al final, el transporte de esos turistas abandonados está tomando más de dos días de amplia exposición mediática internacional. Debería existir un límite a la capacidad de atracción que tiene la magia de Machu Picchu si se siguen generando situaciones e imágenes como esas. No jalemos más la pita, que se puede romper.

Finalmente, esta semana nuevamente se ha confirmado que el sistema de defensa civil en nuestro país es un fracaso, ya que los municipios en los cuales está basado no tienen capacidad alguna para actuar. Sin embargo, tenemos 100 mil hombres sentados esperando un conflicto. Ya es hora de que las Fuerzas Armadas asuman esa responsabilidad.


PERU 21

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