14.1.10

Mi tres por ciento

Autor: Jaime Bayly


Suena el teléfono en el hotel en Bogotá. Contesto desganado, refunfuñando.
–Gordi, ¿has visto las encuestas?
Es la voz suave y amorosa de Sofía, que está en Lima.
–No, no he visto nada, estaba durmiendo.
–Pero es la una de la tarde.
–Es que yo escribo de madrugada y me duermo a las seis.
–Ay, lo siento, no debí despertarte.
–No pasa nada. ¿Qué dicen las encuestas?
–¡Tienes tres por ciento! ¡Felicitaciones!
–Gracias. Pero tres por ciento no es nada. Con tres por ciento no se gana una elección.
–Bueno, pero estás subiendo.
–De peso, no. Ya estoy en ochenta y seis kilos. Antes pesaba ciento tres. Que debe de ser lo que pesa una pierna de Alan.
–En la encuesta anterior tenías cero por ciento. Ahora estás en tres. ¿No está mal, no?
–Bueno, he crecido trescientos por ciento. Mirado así, es un éxito. Si sigo creciendo a ese ritmo, en abril de 2011 todos los peruanos vivos y muertos votarán por mí. ¿Dónde hicieron la encuesta?
–En Lima, creo. Y en la selva.
–¿En la selva? Yo nunca en mi vida he ido a la selva.
–Por eso tienes dos por ciento. Si te conocieran tendrían menos seguramente. Y en Lima tienes tres.
–¡Tres es una mierda, Sofía! Han encuestado a cien personas en la calle Miguel Dasso o en el óvalo Gutiérrez y de las cien personas encuestadas tres han dicho que votarían por mí. ¡Es una catástrofe! Deben ser tres malandrines que venden droga o que me compraban ropa usada cuando yo era drogadicto hace veinte años.
–No lo veas así, gordi, no seas negativo. La cosa es que estás subiendo en las encuestas.
–Bueno, sí, lo de la selva es alentador. Han entrevistado a cien aguarunas o shipibos y dos de ellos han dicho que quieren votar por mí. Debe ser que quieren desertar de la tribu y venirse a vivir conmigo y sacarse el tapa–rapo (que tiene que ser incomodísimo después de defecar) y lo más probable no es que quieran votar por mí sino que me quieran follar por turnos esos dos selváticos depravados.
–No creo, gordi. Es una encuesta seria.
–¡Seria los cojones! Nada es serio en el Perú. Y una encuesta en la selva es un acto heroico en el que te juegas la vida. Si haces una pregunta equivocada, te hacen anticucho.
–¿Entonces cómo explicas ese dos por ciento?
–De cada cien amazónicos lujuriosos, debe haber dos que son gays o bisexuales y quieren tirar conmigo. No quieren votar por mí, quieren sodomizarme. En política no hay que ser ingenuos, Sofía.
–No sé, creo que eres demasiado pesimista. Tu mamá está flotando en las nubes.
–¿Ha fumado un porro?
–No. Dice que si tienes tres por ciento ahora, sin hacer campaña, vas a seguir subiendo y en diciembre vas a tener diez por ciento y entonces te inscribes como candidato y te pones serio y no te para nadie, subes como una bola de nieve.
–Las bolas de nieve generalmente van de bajada. Y si hay una bola de nieve en el Perú no soy yo, es Alan. Yo he bajado más de quince kilos desde que me mudé a Bogotá.
–Te felicito, gordi. Se te nota en la tele. Ya no tienes papada.
–¿Cómo estoy en la sierra en esa encuesta?
–Tienes cero por ciento.
–Cojonudo. Es un buen comienzo.
–Pero en Lima tienes tres por ciento y la selva, dos.
–¡No es nada, Sofía! ¡Son cinco o seis personas!
–No, son más. La encuesta la hicieron entre mil personas, según leí abajito.
–Bueno, entonces son treinta personas en Lima y veinte en la selva. De esas treinta personas en Lima, seguro que la mitad es la familia de Tongo. Y los veinte en la selva deben ser parientes de La Tigresa del Oriente. Ella está conmigo a morir.
–Gordi, sé más optimista, cincuenta personas es un montón de gente, aunque incluyan a Tongo y a la Tigresa del Oriente. Un voto es un voto, después de todo.
–Es cierto. Tienes razón.
–Además, yo hice una encuesta en casa de tu madre y no sacaste cincuenta votos.
–¿Cuándo hiciste la encuesta?
–El 25, en Navidad, cuando no quisiste ir para no encontrarte con Miguel.
–¿Y cuántos votos saqué?
–Entre tu mamá, tus hermanos, tus cuñadas y cuñados y todos sus sobrinos (al menos los que sabían hablar), éramos como veinte.
–¿Y? ¿Cuántos votaron por mí?
–Dos.
–¡Dos! ¡Qué cabrones! ¡Era navidad, coño!
–Sí, pero Miguel hizo una contracampaña muy fuerte.
–¿Quiénes votaron por mí?
–Tu mamá y yo.
–¿Nadie más?
–No, gordi. Lo siento. Nadie más. Pero dos de veinte es un buen porcentaje, es el diez por ciento.
–¡Es una mierda, Sofía! Si saco dos votos en mi familia en navidad, ¡en navidad, coño!, estoy frito. ¿Qué dijo Miguel?
–Que eres un cabrón. Que te quiere pegar. Pero creo que estaba borracho porque se cayó a la piscina con ropa y gritaba ¡Vivi, Vivi, auxilio, te amo!
–Es un papanatas. Si gano la presidencia, lo nombraré embajador en Afganistán.
–Gran idea.
–Sí, en la frontera entre Afganistán y Pakistán, a ver si lo fumigan los gringos. Y a su Vivi la nombraré embajadora en Irán para que venda sus jeans a las mujeres de Teherán.
–Me parece una gran idea. ¿Qué otras embajadas has pensado?
–No muchas. Dos o tres. Pero son claves. A Laura Bozzo la nombraré embajadora en Corea del Norte. Y a su novio en Corea del Sur.
–Buenísimo. Al menos van a estar cerca. Y a Laura le gusta conquistar fronteras.
–Sí, sí, es muy emprendedora, es infatigable, quiere ser famosa en el mundo entero. Su programa podría llamarse “Laura en Pyongyang” y al degenerado al que ella echa a gritos y salivazos del estudio le meten una ovija nuclear en el culo y lo hacen estallar en el atolón de Mururoa.
–¡Tendría un rating buenísimo, gordi!
–A Álvaro Vargas Llosa lo nombraría embajador en Yemen. Ahora en Yemen, por el nigeriano que se puso la bomba en el calzoncillo en el avión que no explotó, está prohibido usar calzoncillos. Sería un embajador sin calzoncillos en Saná, Yemen.
–Y es muy culto y habla muchos idiomas.
–Y Yemen le sentaría bien para que lleve sueltos los testículos sin la presión a veces agobiante del calzoncillo. Además, en Yemen no hay farándula y a él la farándula le repugna.
–¿Ya ves gordi? ¡Ya estás gobernando! ¡Ya ganaste!
–Es que me acabo de tomar dos Prozac.
–Cuéntame más embajadores. Eso me encanta.
–A Fujimori lo indultaría y lo nombraría embajador en Tokio y a Keiko embajadora en Taipéi. A Humala lo mandaría a Santiago de Chile con una misión: tráenos el Huáscar, Ollanta, tú puedes, carajo. Y a su padre, don Isaac, lo mandaría a reconquistar Arica a pingazo limpio. A Lourdes la mandaría como embajadora en Ámsterdam, en la zona rosa, ella dice que le gustaba ver enanos eróticos moviendo la poronga en shows muy libertinos, o eso me dijo una vez en el programa, que se la pasó bomba en un sex club de Ámsterdam donde los enanos se le trepaban y le sobaban la cosa y que extraña a los pigmeos aventajados de los Países Bajos.
–La entiendo. ¿Te acuerdas cuando fuimos a la zona rosa de Ámsterdam? ¡Es tan divertida!
–Sí, fue muy divertida hasta que te pusiste a tomar fotos a las putas en las vitrinas y vinieron unos rusos o rumanos mafiosos y nos quitaron la cámara y me entraron a patadas. ¿Cómo carajo se te ocurre tomarles fotos a las putas, Sofía, por el amor de Dios?
–Pero estaban exhibiéndose, gordi.
–Sí, pero para ganar clientes, no para que les hagas un álbum de fotos. Sus cafichos están en cada esquina y son unos rusos sanguinarios como los que se pelean con Viggo Mortensen en un sauna de Londres en esa película, todos calatos a cuchillazos, ¿te acuerdas qué buena escena?
–No, no me acuerdo, tú siempre tienes mejor memoria para las escenas de calatos. ¿Y a Moscú a quien mandarías?
–A mi tío Ricardo, por supuesto.
–Brillante. ¿Habla ruso?
–No sé y no importa. Pero es un hombre honorable y si me pide Moscú y Pekín, lo nombramos embajador itinerante, incluyendo Trípoli, por supuesto.
–¿Y a Toledo? ¿Qué hacemos con Toledo?
–A Toledo lo nombramos ministro.
–¿De la producción?
–No. De la prostitución.
–Buena idea.
–Toledo es un experto en eso. Se ha pasado la vida estudiando el fenómeno de la prostitución.
–¿Y si ganas, qué le ofrecerías a Alan?
–Dos cosas, primero, la embajada en París. Alan es un político muy afrancesado, muy refinado, habla francés mejor que Sarzoky y si Carla Bruni lo ve, seguro que piensa que es un antropófago maorí que se la quiere comer y sale corriendo y se pone a dieta. Y segundo, le regalaría una moto para que siga dedicándose al servicio de mensajería en el que trabajó tan abnegadamente durante ocho años en París. ¿Te imaginas a Alan en una moto Vespa repartiendo pizzas en París? ¡Sería un espectáculo del carajo! Los franceses pensarían que Papá Noel llegó en una moto Vespa cantando La Marsellesa. Y atrás iría sujetándose de su cintura Mantilla, cargando las pizzas.
–¿Maju Mantilla?
–No, tonti. Agustín Mantilla.
–Imposible. Alan y Mantilla juntos pesan trescientos kilos por lo menos. No hay Vespa que los aguante.
–Tienes razón. Mejor Alan solo, pero vestido de Papá Noel.
–¿Qué otras embajadas se te ocurren?
–A Diego Bertie lo mandaría como cónsul en el barrio de Chueca en Madrid y a Christian Meier lo nombraría cónsul ante su espejo.
–¿Ya ves cómo te nace gobernar? Tú has nacido para ser presidente, gordi.
–Y tú para ser mi primera dama, Sofía.
–¿Pero no me vas a sacar la vuelta como Alan a Pilar, no?
–No, no, cómo se te ocurre. Dicho sea de paso, ¿sabes dónde está Pilar?
–No tengo idea, nadie la ha visto últimamente, está desaparecida. Pero el otro día una amiga fue a ver Avatar en tercera dimensión y me jura que vio a Pilar escondida en el bosque de Pandora con la tribu de los na’vi, haciéndose pasar por Neytiri.
–Pobre. Lo que el gordo de Alan la ha hecho sufrir. ¿Sabes el último chisme?
–No, cuéntame.
–Que Elián Karp se ha dejado crecer las orejas y es la nueva jefa de los Omaticayas en Pandora, el jefe era Eytukán pero murió y ahora la jefa es Elián y anda volando en dragones como una loca del carajo.
–Ojalá no se encuentre con Pilar en el Bosque de las Almas.
–No creo. Dicen que Fernando Olivera ha puesto una cafetería en el Bosque de las Almas y vende unos sánguches de unobtainium con flores riquísimos. Dicen que curan la impotencia.
–Te convienen, gordi. Pídele a Fernando que te mande esos sánguches a ver si te resucitan a tu Junior. Mira que si ganamos, tenemos que tener un hijo por lo menos.
–¡Cinco hijos! Y los ponemos a cantar como El Grupo de los Cinco y nos hacemos ricos.
–¡No nos ganan, gordi! You’re my man!
–¡Nos nos ganan, Sofía! La próxima semana estaremos en seis por ciento y después en doce por ciento y después en veinticuatro por ciento y después en cuarenta y ocho por ciento y después en noventa y seis por ciento.
–Entonces te conviene que las elecciones sean en cinco semanas, gordi.
–Tienes razón. Hablaré con Alan.
–Mejor que tu mamá hable con Alan.
–Tienes razón, amor.



PERU21

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