26.5.09

Bravata en El Alto

Realmente nos extraña mucho la forma como el actual régimen “chavista” enclavado en Bolivia, y representado por el presidente Evo Morales, está llevando las relaciones bilaterales con el Perú.

Ahora sectores ligados a ese político cocalero, que llegó a la jefatura del Estado boliviano en medio de discursos incendiarios y petardistas, lanzan amenazas que incitan a la expulsión de los residentes peruanos del altiplano, y pese a que el sentido común nos dice que esas personas –nuestros compatriotas– no tienen nada que ver en la decisión del supremo gobierno del Perú de otorgar asilo o refugio político a los ex ministros bolivianos que lo solicitaron hace unas semanas.

Lamentamos que el antiperuanismo del primer mandatario boliviano, Evo Morales, quede una vez más de manifiesto, demostrándose así lo hipócrita que fue esa autoridad boliviana cuando hace poco afirmó que él no es “antiperuano”. El hecho de que el Perú haya otorgado asilo político a ex funcionarios del gobierno del presidente Gonzalo Sánchez de Lozada no justifica de ningún modo una reacción amenazadora y un chantaje cuando se señala, desde Bolivia, que expulsarán a ciudadanos peruanos si es que el gobierno del presidente Alan García no da marcha atrás en el reconocimiento del derecho de asilo que ha aceptado recientemente en relación al pedido de algunos políticos del Alto Perú. Ese tipo de actitudes abusivas las rechazamos de la manera más tajante.

Ahora bien, no obstante tan lamentable pretensión, nos preguntamos seriamente si el presidente Morales está en sus cabales o si está transitando por un cortocircuito emocional, pues viene socavando con sus declaraciones la tradicional fraternidad que ha existido entre peruanos y bolivianos, y también se viene inclinando a enfriar la cooperación entre las dos naciones, la que no solo debería mantenerse sino inclusive impulsarse más allá de una simple vecindad dada la estrecha vinculación histórica, cultural y antropológica. Como jefe de Estado debería ser el primero en repudiar los excesos xenófobos de algunos de sus partidarios. Pero por fortuna dentro de la propia Bolivia hay muchas autoridades, en especial parlamentarios, y ciudadanos de a pie, que han levantado su voz de protesta para exigir al canciller David Choquehuanca la entrega de todas las garantías a los residentes peruanos en Bolivia, a fin de que no sean molestados y menos maltratados con amenazas de expulsión.

Creemos que la máxima instancia del Ejecutivo boliviano, vale decir la presidencia de la República, así como las autoridades diplomáticas de La Paz, no deberían permitir que en ninguna de las regiones de su territorio se amenace a peruanos con una “expulsión si es que desde Lima no se retrocede en cuanto a los asilos otorgados” por Torre Tagle. En ese sentido, invocamos a la tranquilidad en el seno de la familia boliviana. Pero, si desde las más altas instancias del actual gobierno se estuviera promoviendo o alentando, directa o indirectamente, sentimientos xenófobos, pues sencillamente el Perú tendrá que denunciar internacionalmente al presidente Evo Morales y a la vez aplicar, como país soberano, las medidas diplomáticas pertinentes para estos casos.
EXPRESO

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