27.5.09

El huésped incómodo

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Malas noticias para los que hacen noticias.

Lo positivo del inconveniente lamentable enfrentado por Álvaro Vargas Llosa en el aeropuerto de Maiquetía es que sirve para darle notoriedad internacional –por la trascendencia de su padre– al problema que enfrentan muchos periodistas en Venezuela.

A eso apunta, con actitud de no hay mal que por bien no venga, la exiliada ex directora de El nuevo país de Venezuela, Patricia Poleo, quien dice que eso es moneda común en su país pues a los periodistas los retienen en el aeropuerto, les revisan las maletas de forma vejatoria y los hacen perder el vuelo.

Aunque la mona se vista de seda, mona se queda, suelen decir, y nunca más cierto eso que en el régimen de Hugo Chávez, el cual no es una democracia, como quiere aparentar, sino una variante más del ‘fujimorismo como modelo’ que explicó Martín Tanaka ayer en este diario, constituyendo un tipo de régimen político llamado ‘autoritarismo competitivo’.

Este combina el mantenimiento formal de la legalidad democrática y una legitimación plebiscitaria (ganar elecciones), con un funcionamiento autoritario gracias al poder concentrado en la Presidencia, la cual utiliza el respaldo que tiene para destruir los límites institucionales que la controlan, el equilibrio de poderes, y los derechos de la oposición y de las minorías.

Con matices y diferencias que no dejan de ser relevantes, el modelo sirve de referencia hoy en Venezuela con Chávez, Bolivia con Evo Morales, Ecuador con Rafael Correa, Argentina con el matrimonio Kirchner, y Colombia con Álvaro Uribe.

Un sector que ‘paga pato’ en ese modelo es la prensa libre porque suele ser su amenaza principal. Ocurrió en el fujimorismo y ahora en otras partes. Correa y Chávez acaban de proponer un organismo que “defienda a los gobiernos de los abusos de la prensa”, es decir, una mordaza a la libertad de expresión. Morales, que suele remedar a Chávez, seguro hará lo mismo.

A su vez, los Kirchner han creado un sistema corrupto para controlar a los medios con la publicidad. Y en Colombia acaban de despedir al magnífico periodista Javier Darío Restrepo de El Colombiano, donde luego de escribir una columna de opinión durante 17 años, se volvió un huésped incómodo porque los propietarios están entusiastas con la re-reelección de Uribe y quieren que todos los periodistas opinen igual que ellos.

¿Y por casa cómo vamos? Mejor que hable la calle: según encuesta nacional urbana de Ipsos-Apoyo de abril pasado, 73% cree que el Estado peruano respeta ‘poco’ o ‘nada’ la libertad de expresión.

La combinación del ‘autoritarismo competitivo’ con propietarios más interesados en los negocios que en los principios, es una muy mala noticia para el ejercicio de la libertad de expresión en la región.

LA REPUBLICA

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