27.5.09

Contra el desafío nuclear del dictador norcoreano

La comunidad internacional ha rechazado, esta vez de una manera más firme y unificada, la peligrosa amenaza que ha planteado el dictador comunista norcoreano Kim Jon-il al reincidir en un sorpresivo ensayo nuclear.

Sin embargo, a diferencia de la reacción de octubre del 2006, luego de que Corea del Norte lanzara su primera prueba nuclear subterránea, esta vez el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas tiene que imponer sanciones concretas aun más severas y ejemplares.

Esto es más exigible ahora ante la postura insolente y desafiante del régimen norcoreano que, en lugar de allanarse a un diálogo y quizá a una disculpa, ha respondido lanzando dos nuevos misiles balísticos; y también para dar un mensaje inequívoco a ciertos gobiernos que pretenden chantajear y desestabilizar al mundo con estas demostraciones de potencial nuclear.

La situación es muy seria. Ya el presidente estadounidense Barack Obama ha calificado la prueba norcoreana como una grave amenaza para la paz mundial, por lo que se espera que promueva una resolución contundente de las Naciones Unidas.

El Gobierno del Perú también expresó su condena, porque “constituye una amenaza a la paz y seguridad internacionales y agrava las tensiones en la península coreana y en el Pacífico Noroccidental”.

Como señalan los expertos, es urgente y necesario que el Consejo de Seguridad dé una clarísima y fuerte señal de que no aprueba este tipo de ensayos tan riesgosos, y menos aun cuando son realizados por regímenes que los utilizan para intimidar a sus vecinos o conseguir prebendas económicas.

Se da ahora un nuevo escenario en que Rusia y China, antiguos aliados y protectores de Corea del Norte, han expresado su condena a las recientes pruebas nucleares. Además, está en juego el mismo prestigio del Consejo de Seguridad, que no puede aceptar que se violen sus resoluciones de una manera tan grosera, lo que sentaría un negativo precedente.

Hay que recordar que en octubre del 2006, a través de la Resolución 1718, la ONU instó al régimen de Pyongyang a suspender su programa de misiles balísticos y le impuso embargo de armas, congelación de activos y fuertes sanciones económicas. Corea del Norte pareció inicialmente avenirse a esta resolución, sobre todo luego de varias promesas de compensación por parte de la comunidad internacional, pero lamentablemente eso duró muy poco.

Hoy es innegable que el irresponsable dictador comunista norcoreano ha preferido seguir desarrollando ilegalmente armas nucleares, en lugar de paliar el hambre y la pobreza de sus ciudadanos y pretende asimismo patear nuevamente el tablero, lo que es intolerable.

La ONU no puede pasar por alto el hecho de que un país incumpla nuevamente sus acuerdos, principalmente en asuntos que amenazan la seguridad y la paz mundial. Si Corea del Norte ahora hace esto, ¿qué garantiza que no pueda estar negociando con su tecnología nuclear y vendiéndola a otros regímenes belicosos?

La comunidad internacional, a través del Consejo de Seguridad, debe poner coto ya a esta grave amenaza bélica.

EL COMERCIO

No hay comentarios: