31.5.09

Concertación democrática

Reconocemos que cada ciudadano tiene todo el derecho de participar en política como candidato. Eso está fuera de discusión pues vivimos en un país respetuoso de las libertades y de los derechos políticos.

Por otro lado, las encuestas –a dos años de la campaña electoral del 2011– muestran los guarismos de respaldo a determinadas candidaturas. Seguro todavía esas encuestas son arbitrarias ya que presentan la fotografía de algunos personajes con más aprobación que otros, pese a que obviamente falta un largo trecho en el cual aparecerán con más fuerza rostros que ahora la población no los ubica con facilidad o descollarán aquellos que hoy se encuentran rezagados en las preferencias ciudadanas.

Sea cual fuese el caso, advertimos que habrá numerosos participantes en las justas electorales, lo que si bien comprueba la existencia de un auspicioso ambiente democrático, al mimo tiempo corrobora el defecto de nuestra política: el estar muy fragmentada y dividida. Por eso hacemos un llamado a todos los ciudadanos con aspiraciones presidenciales a no caer en la presidencialitis aguda, vale decir en ese estado decadente en el cual todos se creen con posibilidades de llegar al Sillón de Pizarro, pero con el agravante de mirar sólo la comodidad propia antes de pensar en lo que realmente necesita el país. Este espejismo suele confundir a más de uno, por lo que sería más sensato poner firmemente los pies en la tierra.

Creemos que lo más saludable para afianzar el progreso institucional de nuestra República y para hacer sustentable el desarrollo socioeconómico de nuestra nación, es que aquellos personajes sin una verdadera vocación de servicio ni desprendimiento, desistan de participar como candidatos a la primera magistratura del Estado. Deberían más bien sumarse al líder que mejor perfil de estadista posea en función del beneficio de 28 millones de peruanos. Deberían endosarle al ciudadano más prudente, al más idóneo y concertador todo el apoyo. En este trajín necesario por el Perú, inspirémonos en esa voluntad férrea a favor de la concertación que representó, por ejemplo, el mensaje de ese curtido periodista y político que, al renacer la democracia peruana en los años ochenta, ocupó la cartera de Trabajo, nos referimos a Alfonso Grados Bertorini, quien –muchos años antes que en Chile se hablara de “concertación”– recordaba a los principales actores sociales y políticos del Perú la importancia de concertar en democracia.

Traspolemos ese discurso al momento actual en el que ya casi acabamos la primera década del siglo XXI. Seamos francos y sinceros, tal como lo ha reconocido el laureado escritor Mario Vargas Llosa, en relación con reflexionar sobre los peligros que representa para nuestra democracia ser sensualizados fácilmente por el autoritarismo corruptor o el velascato confiscatorio de la propiedad privada y la libertad de prensa. Concertemos en función de una opción o alternativa seria y viable para el Perú. Los demócratas, una vez que la encuentren, deberán sumarse a ese ciudadano que liderará –de ganar en las ánforas dentro de dos años– los destinos de la nación. La tarea es difícil. Por eso hacer este intento de por sí ya es un logro. Sepan todos los candidatos potenciales que sólo dos llegarán a una segunda vuelta, pero que en el ínterin la democracia se nos puede ir de las manos si priman las ambiciones personales antes que las tesis concertadoras

EXPRESO

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