26.5.09

La rebelión de las mazas

El Apra hizo el domingo una demostración de fuerza, de fuerza bruta. Fue una prueba del potencial de violencia que encierra el partido de Alan García.

No hubo debate de ideas, sino choque de puños. Mauricio Mulder ayudó a comprenderlo, al decir: “Ha habido casos de gente intolerante, que quiere ganar a las patadas”.

Fue un escándalo que debe aleccionar al país sobre el peligro que el aprismo significa para la democracia. Porque es evidente que en la entraña de los choques internos hay, más que una lucha de tendencias, una disputa por el puesto público.

Fue sincero Mulder cuando dijo: “Hay compañeros que creen que ser secretario general de un distrito les va a dar poder”. Ya se sabe que para el aprismo de hoy subir al poder significa apoderarse de la bolsa fiscal. Para los compañeros, como diría César Calvo, “vivir fuera del Presupuesto, es vivir en el error”.

Además, el proceso ha exhibido los recursos que la dirección del partido puede emplear para ganar una elección: padrones adulterados, candidatos eliminados por arte de birlibirloque, omisiones en la relación de miembros de mesa.

Lo ocurrido justifica, punto por punto, las propuestas de reforma en la Ley de Partidos Políticos, las cuales, entre otros aspectos, plantean la aprobación temprana de padrones de afiliados.

Es preciso que en las elecciones internas los partidos presenten propuestas programáticas y planes de gobierno. No simples listas de lavandería, como el plan improvisado, de modo personal y arbitrario, en el 2006, por Alan García, plan que al final ha sido minuciosamente traicionado.

Se condena a menudo a los tránsfugas individuales en la política.

A la luz de la experiencia, más peligroso resulta el transfuguismo de los partidos como colectividad.

Jorge del Castillo afirmó ayer que en la justa se impuso una mayoría que propugna “la modernidad, la eficiencia, la competencia”, y que coincide en la necesidad de proyectar al Apra hacia el futuro. Es decir, hacia el pasado.

En momentos en que el neoliberalismo se bate en retirada en el mundo, el Apra de García, Mulder y Del Castillo cree que la clave del progreso la tienen las transnacionales del petróleo, el gas, las minas, la tala de bosques y la contaminación de ríos (en complicidad implícita con el narcotráfico).

Los que se oponen al poder de esos sectores son amenazados con la represión, y la sufren.

Las elecciones apristas no tuvieron un trasfondo ideológico y político. Pero la moraleja sí es política.

El Apra ha ratificado su abandono de los principios con que emergió en la historia. Las pugnas son ahora personales y de grupo. No para la conquista del poder, sino para el disfrute de sus beneficios.

No van por ahí los anhelos y las necesidades de las mayorías, ávidas de libertad, justicia y equidad.

LA PRIMERA

No hay comentarios: