25.5.09

Cinco optimismos, dos pesimismos, un escepticismo

Crisis a la carta

Por Mirko Lauer

° Optimismo enloquecido: La crisis termina muy pronto, y viene seguida de una bonanza como el mundo no ha visto todavía. Esto gracias, entre otras cosas, a unas cuantas guerras importantes en lugares muy alejados de donde uno está viviendo. Se descubre que todo el problema se debió a la maniobra de unos cuantos especuladores.

° Optimismo firme: La crisis desapareció, y hay importantes personalidades que lo dicen. Lo que estamos viendo en los países del norte sería la secuela del peor momento de la tormenta. En el caso peruano incluso la crisis ha desaparecido sin nunca haber aparecido antes, un dato casi milagroso con argumentos como la BVL y el precio de la comida.

° Optimismo moderado: Lo que ha desaparecido es una crisis llamada catástrofe (masas de trabajadores del norte que la pasan como trabajadores del sur) y la va a reemplazar una crisis llamada recesión. Esta última expresión aludiría básicamente a una muerte lenta y selectiva, en una economía que da la impresión de que va a mejorar al día siguiente.

° Optimismo irresponsable: Así, la crisis estaría funcionando como una suerte de juicio final bíblico, donde la mano invisible se va desplazando por el paisaje y señalando quién se salva (uno) y quién perece (el otro), según cómo esté ubicado. En el mismo campo de exportación una verdura se marchita sin demanda mientras otra florece cotizadísima.

° Optimismo panglossiano: La crisis puede durar mucho o poco, pero es evidente que ella viene sirviendo como antídoto de males mucho mayores. Por lo pronto la crisis se ha dado en el momento justo antes de que la situación se volviera irrescatable, lo cual quizás nos está diciendo algo. Considerando todas las posibilidades, hemos tenido suerte.

° Pesimismo profético: Importantes analistas sostienen que la crisis tiene para un decenio más. Se supone que luego de este tiempo habrá problemas para reconocer siquiera a esas economías que empezaron a sufrir en el 2008. Una posición que no se resigna a que un problema tan publicitado se resuelva con facilidad y velocidad.

° Pesimismo conspirativo: La crisis terminará rápido, pero en su resaca se producirá una suerte de rapiña final de los recursos que le quedaban al tercer mundo. Es entonces la hora de devolver en caja todo lo que se logró obtener gracias a la globalización. Así, para los pobres la recesión es una rearcaización de la economía y la sociedad.

° Escepticismo educado: Los pronósticos de todo tipo fracasan uno tras otro, y en realidad no es posible que nadie sepa nada sobre la crisis a estas alturas. Como todo está contaminado por la incertidumbre (lo verdaderamente “tóxico” de esta historia), lo mejor es no hacer nada, y atenerse a las consecuencias.

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