25.5.09

Ese oscuro objeto del deseo

Hicham Talaat Mustafa es un millonario empresario y congresista egipcio del Partido Nacional Democrático que, con un nombre u otro, controla ese país desde 1952. Este señor, que pertenece al círculo más íntimo del hijo –y heredero aparente– del presidente Mubarak, pensó que el poder político que poseía siempre lo protegería y mandó asesinar por celos a su amante, una bella cantante libanesa.

Posiblemente, confiado en que contaba con total impunidad, contrató a un incompetente policía que dejó huellas por doquier en el lugar del asesinato y ambos fueron arrestados. El Gobierno Egipcio intentó por todos los medios influenciar al juzgado, incluso censuró las noticias del caso, pero las pruebas eran tan contundentes que ha sido condenado a morir ahorcado.

Esta es una historia más de cómo la cercanía al poder hace que muchos pierdan la razón. En realidad, no hay droga más potente que el poder. Son muy pocos los que lo pierden y vuelven a la normalidad, en la mayoría de los casos –al margen de si el poder lo otorgó una curul o un ministerio, una alcaldía o la presidencia– se pasan la vida tratando de regresar al poder. Por otro lado, los que no lo han tenido, buscan mil maneras para tratar de llegar a él.

Así tenemos que en el actual escenario político peruano hay una serie de aspirantes que, en su desesperación por llegar al poder, están construyendo plataformas propias al margen de la utilización que hacen de las personas. El partido fonavista es un evidente caso, son decenas de miles que durante años han financiado una campaña para recuperar lo que en la práctica era un tributo sobre el cual nunca se llevó registro de los aportes individuales efectuados, por tanto, nunca podrán ser reintegrados. Sin embargo, siguen esperanzados y, de seguro, más de uno de sus dirigentes ingresará como parlamentario, pero sus seguidores es muy poco probable que reciban algo.

Igual es la situación del líder nativo Pizango, que ya quedó confirmado que no tiene una agenda de desarrollo sino que busca una permanente confrontación para abrirse un espacio político y aspirar algún cargo en la próxima elección. El hecho de que la gente de la Amazonía esté sufriendo desabastecimiento y el país enormes pérdidas lo tiene sin cuidado, ya que no muestra ningún apuro por solucionar el paro. Ni siquiera se ha molestado en designar a los que participarán en la mesa de diálogo. No tengo duda de que, si el Sr. Pizango es un candidato exitoso, los pueblos amazónicos no saldrán de su pobre situación, aunque la de él sí mejorará.

Asimismo, en la anterior elección tuvimos al líder de un intento de golpe de opereta que casi llega a la Presidencia y ahora tenemos al general que introdujo al desfile marcial el caballo de paso, que también quiere sentarse en el sillón de Pizarro.

Lamentablemente, ninguno de estos personajes ni tampoco los últimos gobernantes parecen tener en su agenda el servir al país o el modernizar la sociedad. La obsesiva búsqueda que los caracteriza a todos ellos parece más bien estar motivada por el placer y el privilegio que rodea al poder.

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