28.5.09

Todas las hambres

La jornada nacional de lucha organizada por la CGTP en todo el país ha sido una prueba de fuerza, coraje y serenidad. La marcha enorme de los trabajadores de Lima y Callao condensó su carácter de masas.

Todo esto refleja una realidad creciente: la clase obrera y la organización sindical ya no están solas. Sus huestes se enriquecen hoy con la confluencia de los trabajadores del agro, los organismos regionales y vecinales, las madres de los vasos de leche, las amas de casa, los estudiantes.

A su vez, los organismos laborales suman a sus banderas las demandas de todo el pueblo, sobre todo de sus sectores más desprotegidos. En su orden del día figura, por eso, la solidaridad con los indígenas amazónicos, cuyas movilización y firmeza despiertan el asombro y requieren la solidaridad.

Otros reclamos expresan esa amplitud: aumento de salarios, protesta contra el alza del costo de vida, cesación de despidos masivos, alto a la represión.

Ésta tuvo ayer un episodio trágico: 18 trabajadores fueron abaleados por la fuerza pública en Iquitos, cuando marchaban en adhesión a la jornada de lucha.

Ese hecho fortalece la exigencia sindical de que cese la criminalización de los movimientos sociales. La historia demuestra que, en el Perú, una vez desatada la represión gubernamental, surge el contragolpe popular.

Después puede seguir una pugna prolongada, un desangre duradero, como ocurrió en los años 30 del siglo pasado. No hubo resistencia armada, pero sí, de parte de los gobiernos, abuso cruel, masacres, prisiones, torturas, exilios.

En todo caso, la movilización sindical y popular de ayer debiera servir para que el oficialismo, o al menos algunos sectores de él, reflexione sobre la necesidad de atender reclamos, de debatir, de dialogar.

En los escenarios de masas se confirmó ayer la representatividad y la capacidad de convocatoria de la CGTP.

En ese marco, se consolida la autoridad de Mario Huamán, secretario general de la CGTP, quien ha tenido el buen tino de precisar más de una vez que no está en carrera electoral y que entre sus anhelos no figura un escaño de congresista.

Los partidos, sobre todo los de izquierda, deberían reflexionar y debatir sobre las esferas respectivas del partido y el sindicato.

José Carlos Mariátegui, fundador de la CGTP, reivindicó el carácter de frente único de los sindicatos, en cuyo seno caben todas las tendencias y corrientes políticas. Eso les da, precisamente, amplitud y fuerza.

Sólo dogmáticos trasnochados, herederos del sectarismo de Eudocio Ravines, pueden aspirar a un pensamiento único en los sindicatos. Y, viceversa, forzar una confusión entre partido y sindicato conduce a debilitar el papel de éste.

Los partidos deben, en todo caso, apoyar el movimiento sindical, y, en momentos decisivos, actuar con él.

LA PRIMERA

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