27.5.09

TV5: ¿es inevitable elegir entre la sartén y las brasas?

Por Mirko Lauer

Tener que escoger entre Genaro Delgado Parker y Ernesto Schutz para conducir un canal de TV en señal abierta es la perfecta definición de una situación incómoda. El trapecismo judicial que viene haciendo Delgado de cono a cono es una vergüenza nacional. Schutz es un prófugo de la justicia, y no por su primera acusación de delincuente.

El cri du coeur de Javier Villa Stein sobre la muy probable morosidad dolora en el caso Delgado vs. Schutz es digna de todo encomio. Sobre todo porque de alguna manera apunta a los más de 30,000 expedientes congelados en el Poder Judicial. Es valiente de Stein tomar como emblemático un expediente tan difícil.

Uno de los argumentos de sentido común en el tema ha sido que Delgado es malo, pero Schutz es peor. En efecto no se está hablando de lo mismo. Delgado es un peligroso caballero de industria especialista en ponerse del lado bueno del Estado para obtener beneficios. Tiene un alto rating de detractores, pero en eso no es un llanero solitario.

Schutz en cambio tiene acusaciones penales que vienen desde tiempo de Velasco Alvarado (fue su primera fuga a Suiza, en los años 70), y ahora la justicia peruana intenta infructuosamente repatriarlo por millonarias receptaciones de manos de Vladimiro Montesinos. Por cierto un caso más para el Dr. Villa Stein.

Sin duda el caso Delgado vs. Schutz tiene aspectos específicos en torno a la propiedad de Panamericana TV. Pero la situación del prófugo Schutz es inevitablemente parte de esas especificidades. Como deben serlo las maromas judiciales seguramente cometidas por las dos partes en el proceso. El Dr. Villa Stein no está pidiendo algo fácil.

La manera en que el presidente de la Corte Suprema ha guapeado a los jueces menores que ven el caso inevitablemente lo coloca en un disparadero. Sería una lástima que simplemente quedara como el autor de un caballazo que puso el Canal 5 en manos de un perseguido por el poder del Estado que él mismo conduce, con brío hasta el momento.

Puesto en otros términos, el propio Estado que concede la licencia de transmisión a la TV, que acusa de delitos y persigue a uno de los litigantes, que ha sido parte de los anticuchos procesales que pudieran darse, no puede dejarse entrampar en una simple disyuntiva Delgado-Schutz. Consultado el público, probablemente reclamaría una salida cívica.

Es demasiado pedir que los propios litigantes se allanen a una salida como la mencionada. Después de todo estos dos personajes no están haciendo sino arrancharse un bien esencialmente público, que en estas circunstancias merecería una conducción empresarial mucho menos objetable. Dr. Villa Stein, felicitaciones. Pero perfeccione su reclamo.

LA REPUBLICA

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