14.1.10

Recuerdos e islas

Aldo Mariátegui


Espero que Mario Vargas Llosa se haya fijado si en ese Museo de la Memoria en Chile figura el asesinato del ex ministro democristiano Pérez Zujovic en 1971 por la radical banda VOP o el incendiario discurso del deslenguado extremista Carlos Altamirano -el secretario del Partido Socialista, una especie de Javier 0.5% Canseco- tres días antes del "pinochetazo", donde éste instó a la marinería a disparar contra sus oficiales, con lo que convenció a muchos militares indecisos a embarcarse en esa aventura.

También me imagino que aparecerá el posterior asesinato de tres policías a manos del VOP o la estupenda vieja entrevista (al César lo que es del César) titulada "¿Quién parió a Pinochet?" de Hildebrandt con el loquito de Andrés Pascal Allende, el sobrino de Salvador que lideraba a los delincuentes terroristas del MIR, que tenían escuelas de guerrillas y "tribunales populares" en las barriadas, invadían fundos y hacían "sóviets" en las fábricas. Y no olvidar tampoco cómo Fidel atizó la violencia revolucionaria durante su visita a Santiago en noviembre de 1971, como los bastante fundados rumores de un posible golpe ultra el 17 de setiembre de 1973 (Plan Zeta). La barbarie de Pinochet no vino del aire, sino motivada en gran parte por los izquierdistas violentistas (amén de la pésima política económica y los despojos que hizo Allende), algo que a los caviares y rojos chilenos -los que abuchearon al ingenuo Vargas Llosa, al que se le ocurre meter las narices en una campaña presidencial ajena; a ver si nos gustaría que un escritor chileno venga aquí a inmiscuirse- no les gusta que se lo recuerdes.

- Tomo una semana de vacaciones y escojo Punta Hermosa. Es agradable, cercana y no es exorbitante para alquilar como otros lugares (¡con lo que se paga por un mes en Asia mejor uno se iría a Punta del Este!).

Seguramente a consecuencia de alguna maldición caviar, me tocan días de cielo nublado. Para distraerme durante uno de ellos, me voy a caminar por "la isla", otrora una auténtica ínsula que el general velasquista Tantaleán volvió península en los 70 para que sea un fallido casino.

¡Qué desperdicio a mis ojos! Esta pequeña península -o isla o lo que sea- tiene una vista impresionante a ambos lados y cualquier alcalde con dos dedos de frente en otro país más imaginativo y emprendedor la hubiera concesionado junto a ProInversión para alguna gran obra inmobiliaria y así recibiría un canon para beneficiar a los pobladores. Es mucho más grande y con mejor panorama que la isla de Pucusana. ¡Qué isla San Lorenzo, si aquí nomás tienes esto tan cerca para desarrollar! De otro lado, lo que sí se percibe en el sur chico en general es bastante armonía entre los veraneantes y los locales (que andan angustiados por la falta de sol. Sin éste, no hay negocio en el verano). Incluso los alcaldes suelen ser elegidos entre los primeros. Es que no cometen el error antiguo de Ancón (me refiero a la época en que éste era un balneario y no una poblada parte de Lima como ahora), donde sólo al final los veraneantes se percataron de que tenían que asumir responsabilidades para que Ancón no se deteriore en manos inexpertas, lo que pasaba por procurar el bienestar de los locales. Por desunidos fracasaron y ya vemos la decadencia que eso atrajo. Advierto ese mismo error en Asia, donde los propietarios de las casas (Grupo APRILS) deberían registrarse para votar allí en las próximas elecciones municipales y elegir -pues harían la masa electoral mayoritaria- de alcalde a alguien preparado, lo que garantizaría un desarrollo coherente sin olvidar -como hasta ahora sucede- a los pobladores locales.



CORREO

No hay comentarios: