24.11.08

Apec y el cambio climático

Las más serias instituciones científicas que monitorean el cambio climático coinciden en afirmar que más grave que la crisis económica mundial son los impactos del efecto invernadero sobre el planeta, porque son irreversibles.

De acuerdo al Fondo Mundial de la Naturaleza (WWF), la demanda humana sobre los recursos naturales ha superado ya el 30 por ciento de la capacidad de regeneración de esos recursos en el planeta.

Y si bien es cierto que la nueva potencia mundial será China en el siglo XXI, pero es cierto también que China y la India dependen vitalmente de los glaciares del Himalaya que suministran el 50 por ciento del agua que alimentan a los nueve grandes ríos del Asia, entre ellos el Yangtsé, el Ganges y el Mekong. Pero las nieves y glaciares del Himalaya están descongelándose aceleradamente y si nada detiene este proceso el escenario es apocalíptico: esos grandes ríos casi secos, la represa de “Las tres gargantas” convertida en elefante blanco, la maquinaria industrial paralizada, hambruna y millones de chinos migrando por el resto del mundo.

Para paliar mínimamente el costo del cambio climático se necesitan 200 mil millones de dólares de inversión hasta el 2030, más 50 mil millones para acciones de mitigación y adaptación en los países pobres que son los más vulnerables.

De cara a esta realidad, los tecnócratas, políticos, empresarios y jerarcas que en la Cumbre de la APEC acordaron no tocar ni con el pétalo de una rosa al sistema económico que está provocando todo este desastre planetario, parecían provenir de otro mundo, ciegos, sordos e insensibles y participantes en una cumbre de irresponsabilidad global.

El desastre ambiental le cuesta al Perú 8,200 millones de soles anuales, equivalentes al 3.9 por ciento del PBI. Y este costo seguirá subiendo gracias a la laxitud gubernamental en el control de las normas ambientales en la minería, al impacto de la lotización petrolera y gasífera en la Amazonía, a la masiva e ilegal tala forestal, a la contaminación de los residuos sólidos y las aguas servidas.

La naturaleza y la vida no importan cuando de por medio están las ganancias. “Porque a escala global, la lógica de la ganancia implica o significa la progresiva destrucción de las bases naturales de la reproducción de la vida sobre el planeta. A la vista de esta realidad, el capitalismo, de la que la mundialización es la expresión contemporánea, debería ser considerado como un sistema obsoleto” ha escrito Samir Amin sobre este modelo que es como la piedra filosofal del presidente Alan García.

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