Es una buena noticia para el país que, en sus primeras declaraciones tras su elección, el nuevo presidente del Jurado Nacional de Elecciones (JNE), Hugo Sivina, haya reiterado su convicción democrática y declarado, a renglón seguido, que no es partidario de unificar los tres entes electorales del país.
Se disipa así una polémica iniciativa, promovida por la gestión anterior, que propugnaba una especie de fusión de las entidades del sistema electoral, con el JNE a la cabeza. Todo ello bajo pretextos absurdos de ahorro que escondían otras intenciones y que, a la larga, generarían sobrecostos dramáticos para la democracia y la gobernabilidad.
Por lo pronto, todo ello había incrementado las fricciones entre los titulares de los organismos integrantes del sistema electoral, lo que hacía flaco favor a la institucionalidad democrática. ¿Cómo se podía trasmitir confianza y estabilidad a la ciudadanía si los órganos encargados de organizar las elecciones y acreditar a los partidos y candidatos atravesaban una situación tensa e inestable?
Por lo demás, como dijo Sivina, su postura de mantener la autonomía de las entidades electorales es doctrinal y legalmente coherente.
Efectivamente, según el ordenamiento constitucional, los tres organismos que forman el sistema "actúan con autonomía y mantienen entre sí relaciones de coordinación, de acuerdo con sus atribuciones" (Art. 177).
Como lo señalamos en nuestra Agenda de Gobierno, hay que erradicar las interferencias, de modo que cada organismo cumpla sus funciones estrictamente definidas en un esquema en el cual el JNE es 'primus inter pares' y se reserva la capacidad de iniciativa legislativa y justicia electoral. La ONPE, por su parte, se encarga de organizar los procesos y el Reniec tiene a su cargo los registros y su actualización. Y así ha funcionado el sistema de modo exitoso en los últimos años, de lo que pueden dar fe los ciudadanos y los propios candidatos .
En tal contexto, el relevo en la conducción del Jurado Nacional de Elecciones es ciertamente oportuno, por cuanto bajo la presidencia de Sivina se tomarán importantes decisiones jurisdiccionales. Por ejemplo, la consulta de revocatoria 2008, el referéndum sobre los aportes del Fondo Nacional de Vivienda (Fonavi) de mayo del 2009, las elecciones municipales y regionales de noviembre del 2010 y, lo más trascendental para la alternancia democrática del país, las elecciones generales de abril del 2011.
Consideramos refrescante el discurso inaugural de Sivina, quien ya antes como presidente de la Corte Suprema demostró liderazgo y compromiso con la reforma judicial, así como una plena apertura a las ideas innovadoras. Además, es una de las pocas autoridades que ha demostrado interés genuino por la democracia telemática o democracia electrónica, que es una tendencia moderna y ampliamente participativa, por lo que hay enorme expectativa por el desarrollo de su gestión al frente del Jurado Nacional de Elecciones.
Se disipa así una polémica iniciativa, promovida por la gestión anterior, que propugnaba una especie de fusión de las entidades del sistema electoral, con el JNE a la cabeza. Todo ello bajo pretextos absurdos de ahorro que escondían otras intenciones y que, a la larga, generarían sobrecostos dramáticos para la democracia y la gobernabilidad.
Por lo pronto, todo ello había incrementado las fricciones entre los titulares de los organismos integrantes del sistema electoral, lo que hacía flaco favor a la institucionalidad democrática. ¿Cómo se podía trasmitir confianza y estabilidad a la ciudadanía si los órganos encargados de organizar las elecciones y acreditar a los partidos y candidatos atravesaban una situación tensa e inestable?
Por lo demás, como dijo Sivina, su postura de mantener la autonomía de las entidades electorales es doctrinal y legalmente coherente.
Efectivamente, según el ordenamiento constitucional, los tres organismos que forman el sistema "actúan con autonomía y mantienen entre sí relaciones de coordinación, de acuerdo con sus atribuciones" (Art. 177).
Como lo señalamos en nuestra Agenda de Gobierno, hay que erradicar las interferencias, de modo que cada organismo cumpla sus funciones estrictamente definidas en un esquema en el cual el JNE es 'primus inter pares' y se reserva la capacidad de iniciativa legislativa y justicia electoral. La ONPE, por su parte, se encarga de organizar los procesos y el Reniec tiene a su cargo los registros y su actualización. Y así ha funcionado el sistema de modo exitoso en los últimos años, de lo que pueden dar fe los ciudadanos y los propios candidatos .
En tal contexto, el relevo en la conducción del Jurado Nacional de Elecciones es ciertamente oportuno, por cuanto bajo la presidencia de Sivina se tomarán importantes decisiones jurisdiccionales. Por ejemplo, la consulta de revocatoria 2008, el referéndum sobre los aportes del Fondo Nacional de Vivienda (Fonavi) de mayo del 2009, las elecciones municipales y regionales de noviembre del 2010 y, lo más trascendental para la alternancia democrática del país, las elecciones generales de abril del 2011.
Consideramos refrescante el discurso inaugural de Sivina, quien ya antes como presidente de la Corte Suprema demostró liderazgo y compromiso con la reforma judicial, así como una plena apertura a las ideas innovadoras. Además, es una de las pocas autoridades que ha demostrado interés genuino por la democracia telemática o democracia electrónica, que es una tendencia moderna y ampliamente participativa, por lo que hay enorme expectativa por el desarrollo de su gestión al frente del Jurado Nacional de Elecciones.
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