26.11.08

Big Brother

Los lectores de esta columna pueden dar fe de que no simpatizamos con la jurásica izquierda marxista ni con la plataforma del Partido Nacionalista. Sin embargo, nos parece un despropósito que se trate de vincular a Ollanta Humala y a una docena de dirigentes de minúsculos partidos marxistas y a miembros de esa argolla sindical llamada CGTP con el terrorismo internacional. Ser comunista, a estas alturas, es francamente absurdo. Pero no es delito. Tampoco lo es encabezar el PNP. Si de librar batallas se trata, pues que se haga en el terreno de las ideas. Y esa es tarea de los políticos y la prensa, no de una dependencia policial o de un juzgado. Flaco favor se le hace al sistema con este tipo de actitudes. Claro que esto no significa convalidar que en respuesta, Humala, por más indignado que esté, haya calificado de “cobarde” al presidente de la República. Lo cortés no quita lo valiente.

-Tampoco nos simpatizan las ONG caviares. Con el cuento de los derechos humanos, se dedican a perseguir a los miembros de las FF AA y PNP que derrotaron al terrorismo y, con el mantra del medio ambiente, a sabotear la inversión, sobre todo la minera y petrolera. Aquí, también, la batalla es ideológica. Y se puede buscar la manera de supervisarlas sin recurrir a un proyecto descabellado como el elaborado por el Ejecutivo, que plantea modificar el Código Civil y la Ley General de Sociedades para “disolver asociaciones, fundaciones y empresas” que, entre otras cosas, atenten contra “las buenas costumbres”.


Imagínense a dónde puede llevar eso si el Estado tiene capacidad de decidir qué es “buena costumbre” y qué no y en base a ello puede cerrar una empresa. ¿Pondrán candado a los ‘sex shops’? ¿A los diarios populares que publican fotos de vedettes ligeras de prendas? ¡El credo liberal por los suelos! ¡El reino de Big Brother hecho realidad en el Perú! ¿Quién redactó este proyecto? ¿Kim Jong-Il?

-Una vergüenza lo que han hecho con el general Donayre. Lo que dijo, en un acto privado, claramente se refería a lo que podría suceder en caso de un enfrentamiento bélico. Ya las declaraciones del canciller desautorizándolo eran lamentables. Pero que el presidente García, jefe supremo de nuestras Fuerzas Armadas, haya telefoneado a Bachelet para anunciarle que pasaba a retiro al comandante general del Ejército peruano –según consignan medios de Santiago–es inaudito. Una cosa es buena vecindad y otra bajarse así los pantalones ante los chilenos.

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