¿Qué nos deja la Cumbre de APEC?

Después del cónclave de líderes, y luego de decenas de reuniones preparatorias en nuestro país, una pregunta cae de madura: ¿Qué –en concreto– nos deja el haber sido anfitriones del APEC? Esta pregunta, a lo largo de los últimos meses, ha sido usualmente respondida en función de sus efectos de corto plazo (es decir: los flujos de visitantes y el hecho de que la plaza de negocios peruana esté expuesta a la atención global) y de sus posibles efectos pasivos de largo plazo (asociados a la profundización de los flujos de comercio exterior e inversión extranjera hacia el país).

Frente a esta respuesta emergen las recientes declaraciones del presidente García Pérez, quien plantea –de cara a las interrogantes de la actual recesión global– transitar hacia un área de libre comercio en el Asia-Pacífico. Propuesta interesante frente a la propia naturaleza actual del Foro y a los laberintos comerciales de cada miembro. De hecho, este tránsito multiplicaría los efectos positivos de nuestra interrelación con las economías del área.

Pienso, sin embargo, que el grueso del legado de estas cumbres se da en dos direcciones. Por el lado de entender nuestra posición relativa dentro de esta suerte de club de economías ricas y dinámicas, así como de interiorizar lo que ellas –las economías más ricas del APEC– tienen y hacen. En buen español: que somos una de las economías menos ricas del Foro y que tenemos mucho que beneficiarnos incrementado nuestra inserción en él. Y por el lado de identificar lo que nos falta hacer –concretamente– para alcanzar a (converger con) las economías más ricas.

PERU21