En general, a poco de concluir las actividades programadas en el marco del Foro APEC 2008, la clase dirigente y la opinión pública se han podido nutrir más de los conceptos y prácticas que sostienen la importancia de apostar por una economía abierta, libre e innovadora. Así, al calor del debate de los últimos años entre una visión capitalista moderna frente a las fuerzas retrógradas que proponen medidas antisistema –y bajo la atención especial de EXPRESO–, se ha podido comprobar que la batalla ideológica la viene ganando la mayoría de peruanos que prefiere el juego democrático de la oferta y la demanda en contraposición de las ideas demagógicas trasnochadas.
No es menos cierto que, ante la realización de dos cumbres en nuestro país –una de ellas satisfactoriamente concretada en mayo pasado (ALC-UE) y la otra (XVI Foro APEC) que concluirá el domingo 23 de noviembre–, desde distintos sectores de la izquierda –tanto peruanos como latinoamericanos– siempre hubo una predisposición a boicotear ambos eventos en los cuales el Perú actuaba como anfitrión. Sin embargo, en gran parte debido a la posición firme mostrada por instituciones democráticas del país, a favor de la modernidad, desde un comienzo el grueso de trabajadores recusó cualquier plan siniestro y desestabilizador.
Ahora, si bien a lo largo del año 2008, para no ir más atrás, ha habido innumerables bloqueos de carreteras, paros y ataques contra el Estado y la propiedad privada, por fortuna se ha superado positivamente cada uno de ellos. Asimismo, si bien es verdad que los gonfaloneros del radicalismo se esmeraron en la organización de marchas –una de ellas pomposamente denominada Asamblea Nacional de los Pueblos–, en conferencias y protestas contra las cumbres, no obstante estos planes han quedado relegados ante la contundencia de los argumentos que respaldan el desarrollo socioeconómico del país. Y aquellos rojos que, por encima de todo, predicaron el deslucimiento del Foro APEC, ahora muerden el polvo del fracaso al ver que sus intenciones no se plasmaron en la realidad.
Esto se debe a que el país ha madurado, junto a sus más importantes dirigentes, quienes han interiorizado –para no repetirlas– funestas experiencias como las concebidas bajo una dictadura militar socialista de Velasco Alvarado, personaje tantas veces defendido por políticos como Ollanta Humala y por el promotor extranjero de éste, el autoritario Hugo Chávez. Obviamente respetamos el derecho a pensar diferente pero, sobre todo, creemos en la verdad. Por ello, cuando desde sectores chavistas se quiere acusar, por ejemplo, a EE UU de “imperialista”, lo cierto es que sonreímos pues más imperialista es el gorilismo de Caracas, sobre todo cuando el precio del barril de crudo hace apenas cuatro meses rozaba los US$ 150. Dicho sea de paso, el concepto mismo de “imperialismo”, a la luz de la globalización, hace tiempo que entró en revisión.
En suma, en este momento quienes denigran en el Perú de los encuentros como el de Asia-Pacífico, sólo confirman que han quedado como agitadores arcaicos, habiendo sido opacados ante la evidencia de que su discurso populista es ignorado por los trabajadores.
No es menos cierto que, ante la realización de dos cumbres en nuestro país –una de ellas satisfactoriamente concretada en mayo pasado (ALC-UE) y la otra (XVI Foro APEC) que concluirá el domingo 23 de noviembre–, desde distintos sectores de la izquierda –tanto peruanos como latinoamericanos– siempre hubo una predisposición a boicotear ambos eventos en los cuales el Perú actuaba como anfitrión. Sin embargo, en gran parte debido a la posición firme mostrada por instituciones democráticas del país, a favor de la modernidad, desde un comienzo el grueso de trabajadores recusó cualquier plan siniestro y desestabilizador.
Ahora, si bien a lo largo del año 2008, para no ir más atrás, ha habido innumerables bloqueos de carreteras, paros y ataques contra el Estado y la propiedad privada, por fortuna se ha superado positivamente cada uno de ellos. Asimismo, si bien es verdad que los gonfaloneros del radicalismo se esmeraron en la organización de marchas –una de ellas pomposamente denominada Asamblea Nacional de los Pueblos–, en conferencias y protestas contra las cumbres, no obstante estos planes han quedado relegados ante la contundencia de los argumentos que respaldan el desarrollo socioeconómico del país. Y aquellos rojos que, por encima de todo, predicaron el deslucimiento del Foro APEC, ahora muerden el polvo del fracaso al ver que sus intenciones no se plasmaron en la realidad.
Esto se debe a que el país ha madurado, junto a sus más importantes dirigentes, quienes han interiorizado –para no repetirlas– funestas experiencias como las concebidas bajo una dictadura militar socialista de Velasco Alvarado, personaje tantas veces defendido por políticos como Ollanta Humala y por el promotor extranjero de éste, el autoritario Hugo Chávez. Obviamente respetamos el derecho a pensar diferente pero, sobre todo, creemos en la verdad. Por ello, cuando desde sectores chavistas se quiere acusar, por ejemplo, a EE UU de “imperialista”, lo cierto es que sonreímos pues más imperialista es el gorilismo de Caracas, sobre todo cuando el precio del barril de crudo hace apenas cuatro meses rozaba los US$ 150. Dicho sea de paso, el concepto mismo de “imperialismo”, a la luz de la globalización, hace tiempo que entró en revisión.
En suma, en este momento quienes denigran en el Perú de los encuentros como el de Asia-Pacífico, sólo confirman que han quedado como agitadores arcaicos, habiendo sido opacados ante la evidencia de que su discurso populista es ignorado por los trabajadores.
EXPRESO
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