29.11.08

Lobos y corderos

A riesgo de parecer monotemáticos, abordaremos por tercer día el mismo tema. Y es que nos subleva lo que está pasando. Porque cuando se trata con un matón, los buenos modales no funcionan. Mucho menos dar muestras de debilidad. Con eso, lo único que se logra es envalentonar al matón. El matón solo comprende el lenguaje de la firmeza, cuando no el de la fuerza.

Miren lo que acaba de suceder con Chile, el matón del barrio, en relación al affaire Donayre. De nada sirvió la tibieza –por decirlo suavemente, porque un término más apropiado sería servilismo– mostrada por nuestro gobierno. A los chilenos no les pareció suficiente que el presidente García telefoneara a Bachelet y le pidiera disculpas, que el canciller García Belaunde reprendiera públicamente al general y que éste, en actitud que francamente nos decepcionó, no solo escribiera a su homólogo chileno una carta lastimera sino que saliera ante los medios a excusarse. No. Para los chilenos el asunto solo se dará por cerrado si se manda a su casa a Donayre ahora, ya, y no el 5 de diciembre, fecha que establece la ley militar peruana para que pase a retiro.

Y encima, sale Joselo a “lamentar” las declaraciones de Foxley y a mostrarse un poquito firme (no mucho, no sea que los chilenos se molesten). Lo que correspondía ante tamaña insolencia era mandarlos muy poco diplomáticamente al cuerno. Para decir lo (poco) que dijo, mejor se callaba la boca el canciller. Pero no, hacemos papelón tras papelón. Y seguimos hablando de “amistad” y de “hermandad” en la absurda creencia que así aplacaremos al matón, para que la próxima vez sea más amable.


Qué amistad ni qué niño muerto. Chile no es amigo del Perú. Allá hace rato han entendido algo que en Torre Tagle deberían grabarse a fuego: las naciones no tienen amigos sino intereses. Chile ha elegido ser lobo y no cordero. Ha elegido ser cazador y no presa. Y ha elegido bien. El problema no es de ellos sino nuestro, por seguir con esa entelequia de la “hermandad latinoamericana” ante un vecino prepotente y expansionista.

Pone los pelos de punta el pensar que este gobierno medroso tiene a su cargo la defensa de nuestros intereses limítrofes ante La Haya. Si ha sido así de pusilánime en el caso Donayre, ¿qué nos garantiza que sabrá estar a la altura de la Historia (palabra que tanto gusta en la Plaza de Armas) en la Corte Internacional?

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