26.11.08

Reforma sanitaria y descentralización

IMPOSTERGABLE COMPROMISO POLÍTICO

Por Ernesto Velit Granda. Analista político


La Universidad de Lima realizó, recientemente, una encuesta sobre la realidad sanitaria del país y mostró que la crisis del sector Salud continúa y que, a causa de ello, nos situamos en los últimos lugares en América Latina en lo referente a la defensa de la salud de la población.


El desorden en el uso de los recursos, la distribución injusta de los médicos en el país, el centralismo en la aplicación de las políticas, y la poca o nula responsabilidad de los gobiernos regionales en el manejo del sector, nos advierten que la crisis continuará indefinidamente.


Hoy día podríamos pensar, si los acontecimientos políticos no toman un rumbo diferente, que están dadas las condiciones para empezar a caminar en la dirección de construir el sistema nacional único de salud.


Una huelga médica, innecesariamente prolongada y parcialmente resuelta, volvió a poner el tema de la reforma, aunque en forma incompleta, en la agenda nacional.


Los médicos reclaman con justicia que el Gobierno cumpla sus compromisos con la profesión, compromisos suscritos en actas que no se respetan y que son testimonios del engaño como recurso al que el poder echa mano con frecuencia.


Aunque el motivo fundamental de la huelga médica fue la reivindicación salarial, se habló del abandono en que se encuentra el sector y de la cada vez más remota posibilidad de reforma.


Son dos aspectos los que deberían ser enfrentados por los responsables de tomar decisiones: la unificación de los servicios de salud existentes en un solo ente integrador, y la profundización de la descentralización regional de los servicios que es, en gran medida, una manera de democratizar el derecho.


Los perfiles epidemiológicos entre nosotros cambian a medida que la pobreza se extiende y la marginalidad se multiplica. Disposiciones aisladas y anárquicas, que llevaron a aumentar la cobertura sin modificar la infraestructura, solo consiguieron agravar el desorden y hacer más patente la crisis.


Los hospitales siguen siendo, desde hace décadas, depósitos de enfermos y recintos del bien morir. Repito, debemos empezar a caminar hacia la reforma y dejar sentadas las bases de un proceso que no admite postergaciones.


Dijimos, en alguna oportunidad, que la reforma sanitaria del país debería convertirse en una cruzada nacional que comprometa la agenda política y que distribuya tareas y responsabilidades dictadas desde la posición rectora del Ministerio de Salud.


Vemos que la salud no ha escapado a la orientación mercantilista que las políticas erráticas le imprimieron y los gobiernos regionales no asumen la responsabilidad que les compete.


Pensamos que la presencia en la dirección del Ministerio de Salud de un profesional que siempre dedicó sus mejores esfuerzos a tratar de cambiar el sistema podría asegurarnos que las condiciones para la reforma, al fin, están presentes.

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