29.11.08

El escandalete del general


Si los gobiernos de Lima y Santiago quieren preservar en buen nivel las relaciones bilaterales, que no se fomente el escandalete actual
Por Hugo Guerra


Acucioso lector, el lío en el que se ha metido el general Edwin Donayre es, literalmente, de última. Pero lo penoso no es que lo pasen a retiro, sino que recaliente tontamente las relaciones peruano-chilenas.


El jefe castrense por desgracia tiene una personalidad controvertida que ha demostrado no ser la adecuada para ocupar la Comandancia General del Ejército de Bolognesi. Su estrambótico sentido del humor, sus expresiones sexistas y sus curiosas iniciativas reñidas con la tradición militar (como aquella de desfilar trotando y poniendo en riesgo el pabellón nacional), pintan a un personaje ingrato. Es riesgoso, además, que esté involucrado en un caso aún no esclarecido, como el del tráfico de combustible.


Eso incluso ha exigido que de modo absolutamente inusual los ex comandantes generales del Ejército lo criticaran públicamente, marcando un hito pésimo para la institucionalidad. Entre tanto, jamás debió hacer el brindis indebido, aun cuando el entorno fue privado, porque un funcionario de Estado no puede desligarse de su función, menos cuando se trata de las relaciones internacionales.


Aclarado eso, precisemos que quien hizo la grabación del video en el afán de denunciar, o traicionar al general Donayre, también traicionó el interés del país al exponer una interioridad nada menos que en Internet.


Peor es lo que ha hecho el congresista suspendido (y con antecedentes de comportamientos impropios) Gustavo Espinoza, quien ha llegado al extremo de enviar el video a congresistas chilenos, siguiendo criterios imposibles de entender para un peruano bien nacido. Por tanto, el caso de esta delación amerita investigación oficial: por muy atrabiliaria que sea la conducta del general Donayre, ningún subordinado puede quedar sin castigo por su traición a un comandante general; tampoco puede seguir inmune quien políticamente nos avergüenza ante un país fronterizo.


En cuanto a los chilenos, resulta entendible su reacción inicial. Pero rasgarse las vestiduras es ridículo. En justicia el canciller García Belaunde ha dicho: "Ninguna autoridad peruana dramatizó las muy infelices declaraciones de algunos candidatos a la Alcaldía de Santiago, que amenazaban con confinar a nuestros compatriotas en zonas restringidas". Devolvamos, entonces, las aguas a su cauce. Si ambos gobiernos quieren preservar en buen nivel las relaciones bilaterales, que no se fomente el escandalete.


Y en eso, coincido con el ministro Flores-Aráoz, en tanto la prensa debe ser consciente de su papel orientador de la opinión pública y no abonar las posiciones exaltadas y patrioteras de ambos lados de la frontera.
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