En los viejos días del PRI en México –cuando cada nuevo presidente, pese a ser del mismo partido, cambiaba a toda la planilla del Estado– se decía que el ultimo año de gobierno era el año de Hidalgo, porque todos los que se veían como seguros desempleados se hacían de un fondo para pasar el período sin trabajo al grito de “Chinga su madre al que deja algo”.
El Apra siempre ha sido considerado un primo ideológico del PRI, pero parece que también ha adoptado algunos de sus malos hábitos. En los últimos meses es creciente la sensación de malos manejos y de favoritismo partidario en las planillas de las empresas del Estado. Las cuales, dicho sea de paso, cada día arrojan peores resultados. En el Gobierno Central se escucha con más frecuencia quejas sobre lobbies con sospechosos retrasos en la convocatoria de concursos o en la firma de contratos, todo en teoría a fin de beneficiar algún postor o empresario.
Por otro lado, es evidente que la bancada aprista le serrucha el piso abiertamente a Yehude Simon y al resto de ministros independientes. Peor aún, también se ha dedicado a presentar propuestas con claro corte mercantilista, sin duda a pedido de alguien, como es el caso del mamarracho de ley para limitar la tenencia de tierra en el agro. Finalmente está la secretaría general del partido por la cual si bien se van a masacrar inicialmente solo entre compañeros, al final los que componen la facción que gane de hecho quedarán maltrechos y buscarán pasarnos al resto de peruanos algún tipo de factura por el costoso intento.
En realidad, parece prematura la ansiedad partidaria porque restan dos años para el fin del mandato. Más bien los compañeros deberían reflexionar sobre cómo darle al electorado una buena impresión, a diferencia del desastre que dejaron la vez anterior y así poder aspirar a retornar especialmente si Alan García pretende un triplete. Por ello no deberían desperdiciar esta gran oportunidad ya que seremos el país estrella de la región y, si las cosas se hacen bien, también lo deberíamos de ser el próximo año.
Para lograrlo, en el Congreso deben permitir que avancen reformas que faciliten aligerar el paquidermo estatal; debe evitar que la situación fiscal se deteriore aún más con leyes demagógicas como el Preda que nacen de la cantera del perro muerto y que le harían daño al agricultor honesto que sí cumple con su deuda; asimismo, debe dejar de boicotear al Ejecutivo como fue el –felizmente– fallido intento en la bancada de impedir que pase el nombramiento del nuevo contralor.
Por el lado del Ejecutivo si no ponen con urgencia orden en las empresas públicas van a tener muy pronto una seguidilla de escándalos garantizados.
Por otro lado, sería un verdadero gol de media cancha que el Gobierno empiece a listarlas en la bolsa obligándolas a rendir cuentas al mercado de manera transparente como cualquier otra empresa. En ese momento la inversión privada sin duda aumentará y desaparecerá esa molesta sensación de haber entrado al año de Hidalgo.
peru 21
El Apra siempre ha sido considerado un primo ideológico del PRI, pero parece que también ha adoptado algunos de sus malos hábitos. En los últimos meses es creciente la sensación de malos manejos y de favoritismo partidario en las planillas de las empresas del Estado. Las cuales, dicho sea de paso, cada día arrojan peores resultados. En el Gobierno Central se escucha con más frecuencia quejas sobre lobbies con sospechosos retrasos en la convocatoria de concursos o en la firma de contratos, todo en teoría a fin de beneficiar algún postor o empresario.
Por otro lado, es evidente que la bancada aprista le serrucha el piso abiertamente a Yehude Simon y al resto de ministros independientes. Peor aún, también se ha dedicado a presentar propuestas con claro corte mercantilista, sin duda a pedido de alguien, como es el caso del mamarracho de ley para limitar la tenencia de tierra en el agro. Finalmente está la secretaría general del partido por la cual si bien se van a masacrar inicialmente solo entre compañeros, al final los que componen la facción que gane de hecho quedarán maltrechos y buscarán pasarnos al resto de peruanos algún tipo de factura por el costoso intento.
En realidad, parece prematura la ansiedad partidaria porque restan dos años para el fin del mandato. Más bien los compañeros deberían reflexionar sobre cómo darle al electorado una buena impresión, a diferencia del desastre que dejaron la vez anterior y así poder aspirar a retornar especialmente si Alan García pretende un triplete. Por ello no deberían desperdiciar esta gran oportunidad ya que seremos el país estrella de la región y, si las cosas se hacen bien, también lo deberíamos de ser el próximo año.
Para lograrlo, en el Congreso deben permitir que avancen reformas que faciliten aligerar el paquidermo estatal; debe evitar que la situación fiscal se deteriore aún más con leyes demagógicas como el Preda que nacen de la cantera del perro muerto y que le harían daño al agricultor honesto que sí cumple con su deuda; asimismo, debe dejar de boicotear al Ejecutivo como fue el –felizmente– fallido intento en la bancada de impedir que pase el nombramiento del nuevo contralor.
Por el lado del Ejecutivo si no ponen con urgencia orden en las empresas públicas van a tener muy pronto una seguidilla de escándalos garantizados.
Por otro lado, sería un verdadero gol de media cancha que el Gobierno empiece a listarlas en la bolsa obligándolas a rendir cuentas al mercado de manera transparente como cualquier otra empresa. En ese momento la inversión privada sin duda aumentará y desaparecerá esa molesta sensación de haber entrado al año de Hidalgo.
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