13.5.09

¡A la reja!

La percepción generalizada que hay en la población sobre el nivel de corrupción que existiría en la Policía se convierte, en sí misma, en un enorme obstáculo para poder reformar la institución. Si no existe confianza en la honestidad policial, muchos seguirán haciendo caso omiso a las normas esperando transar con el efectivo. Actualmente, muchos ciudadanos comunes y corrientes terminan convirtiéndose en agentes corruptores de la autoridad por esa 'ingenua’ impresión de que pagar una pequeña coima es normal.

Esa falta de credibilidad en la autoridad policial lleva a que el 68% de limeños crea que el incremento de las sanciones para los choferes ebrios lo único que logrará será aumentar el monto de las coimas. Por tanto, es poco probable que quien piense de esa manera se preocupe de no manejar si ha tomado un trago, ya que no espera ser sancionado. Normas positivas, como el nuevo código de tránsito, terminan siendo letra muerta en el círculo vicioso de ciudadanos incumpliéndola porque creen que los policías solo esperan una coima.

Por ello, la promulgación del nuevo Régimen Disciplinario de la Policía es un paso muy adecuado, ya que establece el retiro inmediato de la institución de quien sea encontrado recibiendo o exigiendo dinero a cambio de un favor. Por lo menos, el riesgo de que le apliquen una sanción drástica y automática hará que muchos efectivos lo piensen dos veces antes de ser coimeados.

Lamentablemente, en materia de bloqueos no parece existir el más mínimo temor a la sanción. Ayer, la Panamericana fue cerrada nuevamente, en esta ocasión por mineros artesanales buscando formalizarse (extraña manera de exigir su ingreso a la legalidad: cometiendo un acto criminal).

Evidentemente, si los manifestantes de turno –en este diario evento en el que se ha convertido el bloqueo de vías– no creen que serán encarcelados, simplemente se seguirán zurrando en la autoridad.

Así que, con la misma convicción con que la ministra del Interior amenaza con expulsar a los policías corruptos y encarcelar a los choferes ebrios, se debería, también, meter presos a quienes impiden que el resto ejerza su derecho al libre tránsito. El actuar con firmeza podrá no ser muy popular en alguna región –para una potencial candidatura presidencial–, pero será peor para esa pretensión el perder credibilidad con el resto de peruanos.

PERU 21

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