Por Mirko Lauer
El anuncio de una cumbre Yehude Simon-Alberto Pizango para hoy marca una inflexión en 11 días de movilizaciones indígenas en la Amazonía. Aidesep se venía quejando de la indiferencia, incluso de la mano dura, de las autoridades y los medios de Lima, y amenazando con radicalizar sus medidas. Quizás al final del día veamos una mesa de diálogo.
La cadena de paros es hoy el escenario mayor del conflicto ecológico-cultural entre las leyes de promoción de la industria extractiva y las leyes de protección del hábitat amazónico. También es un conflicto político: las tribus exigen ser consultadas sobre decisiones que se tomen en sus territorios ancestrales reconocidos, como se da en otras partes, y a veces también aquí.
Este es un tipo de conflicto que hoy recorre el mundo, con variados resultados. En esto hay vecinos más atropelladores que el Perú. Los mejores desenlaces se han dado allí donde gobierno y empresa han optado, por principio o por sentido práctico, avanzar en el negocio de la mano con los habitantes de la zona, y ateniéndose a las buenas prácticas ecológicas.
Pero es evidente que el tema no siempre es negociable, y hay casos en que el Estado debe atenerse a y defender sus propias prioridades, que deberían ser los derechos de las poblaciones y los santuarios naturales. La Aidesep que preside Pizango sostiene que esto no está sucediendo en numerosos lugares.
La reunión programada para hoy no es la primera entre el gobierno y Aidesep, que vienen pulseando desde por lo menos mediados del 2008. En el proceso se llegó a treguas pero no a acuerdo. En algún momento pareció que el Congreso daría una solución, pero los cambios en las comisiones volvieron las cosas a la situación original de conflicto.
El Ejecutivo ha respondido a la movilización de Aidesep con una declaratoria de emergencia en la zona y una invitación a dialogar. La tardanza de Simon en llegar a un encuentro y el silencio de un par de ministros que tienen que ver con el tema sugieren que el gabinete se está moviendo entre márgenes bastante estrechos.
En la comisión especializada del Congreso hay un ánimo de simplemente derogar las leyes que la Aidesep cuestiona, pero es poco probable que se logren los votos del pleno para ello si el Ejecutivo no está de acuerdo. Pero si el Ejecutivo estuviera de acuerdo con eso, simplemente no habría para qué sentarse a dialogar nada.
Las empresas extractivas instaladas o por instalarse en la Amazonía peruana hasta ahora no se han pronunciado sobre el conflicto. En las actuales condiciones no les va a ser fácil operar, y en condiciones más consensuales tendrían que reconsiderar sus costos. Sería interesante conocer sus puntos de vista sobre el asunto.
LA REPUBLICA
El anuncio de una cumbre Yehude Simon-Alberto Pizango para hoy marca una inflexión en 11 días de movilizaciones indígenas en la Amazonía. Aidesep se venía quejando de la indiferencia, incluso de la mano dura, de las autoridades y los medios de Lima, y amenazando con radicalizar sus medidas. Quizás al final del día veamos una mesa de diálogo.
La cadena de paros es hoy el escenario mayor del conflicto ecológico-cultural entre las leyes de promoción de la industria extractiva y las leyes de protección del hábitat amazónico. También es un conflicto político: las tribus exigen ser consultadas sobre decisiones que se tomen en sus territorios ancestrales reconocidos, como se da en otras partes, y a veces también aquí.
Este es un tipo de conflicto que hoy recorre el mundo, con variados resultados. En esto hay vecinos más atropelladores que el Perú. Los mejores desenlaces se han dado allí donde gobierno y empresa han optado, por principio o por sentido práctico, avanzar en el negocio de la mano con los habitantes de la zona, y ateniéndose a las buenas prácticas ecológicas.
Pero es evidente que el tema no siempre es negociable, y hay casos en que el Estado debe atenerse a y defender sus propias prioridades, que deberían ser los derechos de las poblaciones y los santuarios naturales. La Aidesep que preside Pizango sostiene que esto no está sucediendo en numerosos lugares.
La reunión programada para hoy no es la primera entre el gobierno y Aidesep, que vienen pulseando desde por lo menos mediados del 2008. En el proceso se llegó a treguas pero no a acuerdo. En algún momento pareció que el Congreso daría una solución, pero los cambios en las comisiones volvieron las cosas a la situación original de conflicto.
El Ejecutivo ha respondido a la movilización de Aidesep con una declaratoria de emergencia en la zona y una invitación a dialogar. La tardanza de Simon en llegar a un encuentro y el silencio de un par de ministros que tienen que ver con el tema sugieren que el gabinete se está moviendo entre márgenes bastante estrechos.
En la comisión especializada del Congreso hay un ánimo de simplemente derogar las leyes que la Aidesep cuestiona, pero es poco probable que se logren los votos del pleno para ello si el Ejecutivo no está de acuerdo. Pero si el Ejecutivo estuviera de acuerdo con eso, simplemente no habría para qué sentarse a dialogar nada.
Las empresas extractivas instaladas o por instalarse en la Amazonía peruana hasta ahora no se han pronunciado sobre el conflicto. En las actuales condiciones no les va a ser fácil operar, y en condiciones más consensuales tendrían que reconsiderar sus costos. Sería interesante conocer sus puntos de vista sobre el asunto.
LA REPUBLICA
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