2.5.09

Respiración mundial

No es nueva la aparición de epidemias de gripe en el planeta. Sin embargo la particularidad de la actual, a pesar de los adelantos científicos y clínicos que existen para contenerla, es que en los últimos sesenta años las pandemias que han asolado al mundo se originaron en el Asia, principalmente China. Este es un dato histórico a tener en cuenta sobre la realidad social y los problemas de salubridad que hay en ese enorme país, abigarrado de diversas nacionalidades sometidas por la revolución de Mao Tse-Tung desde su victoria comunista el 1 de octubre de 1949. A modo de anticipación para las generaciones futuras, y ante la incertidumbre que encierran las próximas décadas, sería conveniente desde ahora que la Organización Mundial de la Salud (OMS) notifique al sistema político de Beijing a fin de que mejore sus servicios de salud, así como sus programas de prevención y de difusión de sustanciales cambios en el modo de vida de las poblaciones chinas más pobres, buscando así -en lo posible- de no facilitar a los virus (estructuras moleculares que necesitan de las células para expandirse) nuevos caldos de cultivo que permitirán otras formas más peligrosas de mutación de animales a humanos y, una vez que ya están entre los seres humanos, de personas a personas.

Recordemos que el síndrome respiratorio agudo severo SARS (comúnmente abreviado del inglés Severe Acute Respiratory Syndrome) es una neumonía atípica que apareció por primera vez en noviembre de 2002 en China (provincia de Guangdong), y se propagó a países vecinos a través de viajes aéreos o terrestres de personas infectadas. Entonces la OMS y los laboratorios señalaron que el virus SARS era un tipo de coronavirus no conocido con anterioridad en seres humanos. La enfermedad tuvo una tasa promedio de mortalidad cercana al 13%. Por supuesto que la cifra es tentativa ya que el gobierno chino nunca informó qué había pasado, por ejemplo, dentro de sus cuarteles militares. Otro caso más reciente, y de mayor difusión por parte de la prensa, fue el de la gripe aviar (H5N1), que si bien fue detectada por primera vez en Italia a principios del siglo XX, su retorno ocurrió en el año 1997 (Hong Kong), con un posterior rebote nuevamente en China el año 2005.

Pero antes se produjeron otras epidemias en ese país, que el régimen político comunista no informó transparentemente al mundo, como el de la gripe asiática, aparecida el año 1957 y que se debió al virus H2N2. Once años después (1968) apareció la gripe de Hong Kong (H3N2). Tampoco podemos dejar de mencionar que el año 1999 en China se aisló otro virus, el H9N1, que tenía genes homólogos al de la gripe aviar de 1997, ambos endémicos en los pollos vivos en Asia. Ahora el mundo a un virus mutado lo denomina equivocadamente de “gripe porcina”, por lo que la OMS ha dado una nueva nomenclatura al señalar que la actual epidemia en la México sufre los peores estragos es el virus tipo AH1N1.

Si bien estamos ante un problema complicado, pues no se tiene el control sobre las nuevas cepas de la gripe, de todas maneras el mundo merece hacer grandes esfuerzos a fin de no seguir entregando más víctimas a los virus. Es decir a los éxitos de los laboratorios, a la elaboración de vacunas, a los adelantos médicos, se debe agregar lo más inmediato en materia de prevención: promover cambios sustantivos en las formas de vida de las poblaciones con mayor riesgo de incubación de la gripe aviar y de todas las formas parecidas que vendrán.

EXPRESO

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