Seis años atrás, un artículo publicado en la revista Science daba cuenta de que la industrialización de la crianza en gigantescas granjas con cientos de miles de aves o ganado, estaba produciendo una aceleración en la mutación del virus de la denominada gripe aviar en Norteamérica. También en ello el mundo cambiaba dramáticamente por efecto de la imposición a escala planetaria de la adicción a la productividad y el lucro como un fin en sí mismo. El milenario trato familiar o comunal con los animales, en que consiste propiamente la crianza fue desplazado, hasta casi desaparecer, por gigantescas fábricas despersonalizadas -y desalmadas- de producción de animales en serie, tratados como cosas, sin consideración alguna de su sufrimiento, perdiéndose además de vista que los equilibrios ecológicos tradicionales estaban igualmente quebrándose en este ámbito. Hoy empezamos a pagar la cuenta y, como siempre, los primeros en pagar son los más débiles.
La enorme concentración de animales, aislados de su entorno natural y artificialmente alimentados, abría la posibilidad de nuevas enfermedades, como la que se llamó de las vacas locas, alimentadas con harina que incluía restos de carne vacuna. Luego aparecieron mutaciones virales como el de la gripe aviar o el de la gripe porcina (irónicamente, el cambio de nombre visibiliza las responsabilidades en ello). Cientos de miles de puercos que no por hallarse en granjas industriales paran de defecar, bajo el calor sofocante de los climas que aquellas granjas prefieren, proveen un perfecto caldo de cultivo para el desarrollo, mutación e intercambio veloz de agentes patógenos, reforzado por el uso indiscriminado de plaguicidas de origen químico y antibióticos que favorecen la aparición de cepas más resistentes al efecto de los fármacos habituales.
En un mundo que se supone controlado por grandes corporaciones, queda claro que estas no controlan los efectos colaterales de sus acciones, ni tienen mayor interés en ello; pero en cuanto a buscar el control de las ganancias que aquellos efectos puedan generar, siempre estarán al mando. Los medicamentos disponibles para enfrentar la gripe norteamericana (H1N1) los producen Roche (Tamiflu) y Glaxo Smith Kline (Relenza) que antes mostraban una caída en la cotización de sus acciones. No hay duda de que mientras unos (muchos) pierden, otros (pocos) ganan.
LA PRIMERA
12.5.09
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