31.8.09

Bariloche y las bases militares

La Cumbre extraordinaria de Bariloche de los miembros de Unasur, sirvió para ir definiendo las posiciones de los tres grupos de países sudamericanos, en torno a la presencia militar extranjera en el continente sudamericano. Por un lado, el gobierno de Álvaro Uribe de Colombia, que persiste en concentrar el asunto de las bases, con su lucha contra el terrorismo y el narcotráfico sobre la base de su política de seguridad democrática; Bariloche fue el escenario donde Uribe presentó cifras, resultados, aunque, valgan verdades, más en relación al control territorial que en la lucha contra el narcotráfico, donde los resultados no son buenos.

Veinte años de Guerra contra las Drogas (1989-2009) no ha tenido resultados definitivos ni dentro ni fuera de ese país y por ello varios países latinoamericanos se encuentran en interesantes procesos de reforma legal. Por ello, Uribe justifica el asunto de las bases como un componente fundamental, y en la Cumbre presentó la posición de su gobierno, basada en la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico, para lo cual pide apoyo y cree que el tema de los convenios corresponde a la soberanía de Colombia.

Contra la posición colombiana está la de los otros países que la rechazan por principio -Paraguay, Uruguay, Chile, Bolivia- o por amenaza –Venezuela, Ecuador-. El presidente Chávez presentó un documento perteneciente al Comando de Movilidad Aérea de los EE.UU donde se plantea un cambio fundamental de doctrina y estrategia sobre lo que deben ser las instalaciones militares norteamericanas en el extranjero (garantizar movilidad de equipos y tropas norteamericanas en el exterior). En tal sentido, es conveniente recordar el incidente de Angostura de marzo del 2008 (bombardeo de territorio ecuatoriano donde había un campamento de las FARC), que habría involucrado información proveniente de la Base Manta en el Ecuador. Para el presidente Chávez, dadas las complejas relaciones con Bogotá por problemas diversos: FARC, frontera, opositores asilados, etc.

De hecho, la posición más coherente, frontal y directa ha sido la del presidente Rafael Correa del Ecuador que desmenuzó los argumentos presentado por Colombia, sobre la naturaleza del conflicto armado colombiano y sus impactos en la frontera de 720 kilómetros, el rol de los vecinos de Colombia, los intereses -abiertos y velados- de EE.UU, los nefastos resultados del denominado “Plan Colombia” (2000-2005) y las implicancias de la suscripción de dicho acuerdo, para la estabilidad y la paz regionales.

En el medio, el presidente García pretendió y consiguió dar un buen uso a los propios mecanismos planteados por la carta constitutiva de Unasur a través de un mecanismo de verificación que pueda visitar las instalaciones. De esta manera, con el acuerdo político de los mandatarios, Unasur logra dos cosas: primero darle buen uso inicial al mecanismo del Consejo Sudamericano de Defensa, de modo que pueda visitar dichas instalaciones militares, y del otro, gracias al esfuerzo de los propios presidentes involucrados, se ha logrado revertir cualquier posibilidad de ruptura, al menos por el momento. De todos modos América del Sur atraviesa los momentos más difíciles de la historia contemporánea, por el conjunto de amenazas que se ciernen sobre ella, desde dentro y desde fuera.

LA PRIMERA

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