29.8.09

Como pez en el agua

Fue Mitterrand, durante el periodo de 'cohabitación’ con Chirac, quien mejor demostró los beneficios de la separación de un jefe de Estado responsable solo de políticas de Estado, como la política exterior, de un jefe de gobierno o premier encargado de dirigir y administrar el aparato estatal. La experiencia de Mitterrand, con cuya viuda Alan García mantiene amistad, posiblemente fue lo que llevó en la última elección a ofrecer introducir esa separación de llegar al poder, aunque, lamentablemente, como ha sido el caso de otros innumerables ofrecimientos que ha realizado, luego se olvidó.

Parece adecuado recordar esa promesa porque es indudable que García se siente muy cómodo a cargo de la política exterior. Esta semana, él ha salido como el claro ganador del duelo verbal con Evo y con Bachelet –a través de su canciller como interlocutor– colocando a ambos gobiernos en una posición incómoda ante la opinión pública de sus países, lo cual debe de ser preocupante para ellos ad portas de procesos electorales que se llevarán a cabo a fin de año.

Por otro lado, también ha logrado colocar en la agenda de Unasur la preocupación por el creciente armamentismo en la región. Si consideramos que los principales pecadores en el tema son Chile, con el que tenemos una frontera en disputa, y Venezuela, con cuyo presidente la relación no podría ser peor, entonces solamente podemos ganar de cualquier desaceleración que se pudiera lograr en el nivel de compras de armamento.

En realidad, es totalmente injustificable gastar, en solo tres años, siete mil millones de dólares en equipo bélico por parte del Gobierno venezolano o la mitad de ese monto en el caso chileno. Evidentemente, nuestro país no puede competir con esa capacidad de gasto y, aunque lo pudiera hacer, no tendría justificación moral el destinar enormes recursos a la compra de armamento cuando la tercera parte de nuestra población aún vive por debajo del nivel de pobreza. Por ello nos beneficia el solo mantener el tema en agenda.

Lamentablemente, García no se mueve con la misma facilidad en otras y menos sofisticadas aguas sectoriales. Así que haría bien en implementar su promesa electoral y encontrar un premier, que sea de peso e independiente –ya tiene suficientes secretarios–, para que se haga cargo diario del ejecutivo mientras él sigue dirigiendo toda su atención a las políticas de Estado.

PERU 21

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