27.8.09

Los frejoles de Lulú

LOURDES FLORES EN EL CIELO ESTRELLADO

Por: Fernando Vivas Periodista

¿Qué tiene de escandaloso que una buena mujer quiera ganarse los frejoles? No me irrita que Lourdes Flores sea presidenta de directorio de la flamante Peruvian Airlines, pero me entristece por varias razones:

La primera es que Lulú es fundamental en mi frente amplio e ideal y la veo despegar hacia un destino político cada vez más incierto. No ha dicho que se jubila como candidata, pero ya amigos y enemigos se apresuran a despedirla. No veo a los ingratos pepecistas afirmando la vigencia de su lideresa, ni los oigo cantar “no se va, no se va, Lourdes no se va”, pero sí sé de jóvenes dirigentes de ese partido de abogados que ya están enrolados en el batallón de defensores que necesitará la aerolínea para volar y, de paso, librar a su dueño César Cataño de las investigaciones por tráfico ilícito de drogas (TID).

Esa es la segunda razón que me entristece: que el presunto TID de Cataño se suma a un rosario de denuncias y sospechas sobre el entorno de Lourdes que han desgastado su atractivo electoral. Ya antes confió en políticos que la traicionaron o la usaron en sus lobbies. Por ejemplo, abogó por Moisés Heresi, también investigado por TID, y luego lo demandó por no pagarle sus honorarios.

¿Cómo no va a entristecer que los hombres ingratos y poderosos sean la perdición de la mujer soltera que más cerca ha estado de presidir este país patriarcal? En el 2006 se vio con claridad estadística que si para Alan García la solidez del Apra afianzó sus posibilidades, para Lourdes su entorno se las frenó. Y ya que hago una lectura de género, recuerden a su padre, César Flores, fastidiando su campaña al proferir contra Alejandro Toledo insultos racistas que no encajan en el vocabulario de su hija mojigata, pero políticamente correcta y honesta.

Lo más triste es que un gesto que al fin y al cabo es de transparencia se perciba casi como un paso a la corrupción. Preguntémonos de qué viven otros líderes o cómo complementan sus ingresos otras autoridades. No son miembros de directorios, pero lo parecen.

El destino de Lulú, y esto sí me da cólera, es otro indicador de la desigualdad nacional: una gran capacidad de representación popular tirada por la borda y endosada a un grupo empresarial. Claro que Lulú Berlusconi o Lulú Piñera soñará con el camino de vuelta desde el éxito empresarial a la política, pero ni siquiera ha alzado vuelo aún.

EL COMERCIO

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