29.8.09

Los silencios de Uribe

Álvaro Uribe, presidente de Colombia, suele ser locuaz. Pero en la Cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), guardó silencio sepulcral cuando otros presidentes le pidieron que muestre el texto del acuerdo por el cual concede siete bases aéreas a Estados Unidos.

La cita ha servido para justificar los temores de que el acuerdo entre Uribe y el Pentágono yanqui constituye una amenaza bélica, en particular contra Venezuela y, en general, como lo señaló Lula, contra los países amazónicos.

Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, denunció un plan yanqui que programa el despliegue en Sudamérica de una fuerza aérea estadounidense capaz de ir mucho más allá de las fronteras de Colombia.

Uribe alegó que la idea de ese Comando Estratégico es sólo un proyecto académico.

Él ha sostenido que está ganando la guerra a las FARC y a los cárteles de la droga. ¿Para qué necesita, entonces, la presencia de una fuerza aérea supermoderna, armada con dientes atómicos?

No se puede omitir que la estrategia de Washington busca el dominio aéreo no sólo para amenazar y, dado el caso, intervenir en Venezuela. El blanco histórico puede ser Brasil.

Uribe es maestro en silencios y mentiras. El 7 de marzo de 2006, cinco días antes de unas elecciones legislativas, anunció la desintegración de un frente de las FARC formado por 70 guerrilleros que se habían entregado con 26 fusiles y un avión.

Periodistas incrédulos preguntaron dónde estaba el avión y por qué los guerrilleros tenían pasamontañas, uniformes y botas relucientes.

Al día siguiente, el general Mario Montoya reconoció que el avión había sido incautado tres años antes a los narcos. Los “guerrilleros” eran delincuentes comunes.

Lo consigna el español Pascual Serrano en su libro Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo.

Serrano informa también:

“El padre de Álvaro Uribe, Alberto Uribe Sierra, dejó la pobreza al convertirse en corredor político e intermediario en la transacción de bienes raíces para los narcotraficantes, y se jactaba de poseer extensas haciendas ganaderas en Antioquia y Córdova. Uribe Sierra estaba unido por vínculo matrimonial a los Ochoa, una familia de la élite que formaba parte de los pujantes contrabandistas que integrarían el cártel de Medellín. Cuando Pablo Escobar lanzó su campaña “Medellín sin barrios pobres” en 1982, Uribe Sierra organizó una carrera de caballos para recaudar fondos para contribuir a la misma. Su hijo Álvaro Uribe fue destituido de su puesto de alcalde de Medellín por su asistencia a un encuentro de los cárteles de drogas de la región en la hacienda de Escobar, Nápoles. Cuando su padre fue asesinado en su rancho en 1983, dejando tras él deudas que rondaban los 10 millones de dólares, Álvaro Uribe huyó de allí en un helicóptero de Escobar”.

LA PRIMERA

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