24.8.09

Cándido, o el optimismo

Uri Ben Schmuel
uribs@larazon.com.pe


La entrevista concedida por el presidente García a La Tercera, que reseñamos en la página 3 de esta edición, se puede comentar desde muchos ángulos. Por ejemplo, nuestro amigo Herbert Mujica apunta que el mandatario parece comprender poco o casi nada de lo que ocurrió con el Tratado del 3 de junio de 1929, ya que habla de “consulta” y eso desnaturaliza y desprotege y viola, así de simple, el mismísimo trato del Perú con Chile en el cual, como siempre fue –y– es no tiene arte ni parte Bolivia. ¿A dónde se quiere llegar con tanta confusión y hasta ignorancia?, pregunta Mujica y nosotros preguntamos lo mismo.
Pero es otro el ángulo que abordaremos hoy. Porque estas declaraciones, de un optimismo leibniziano, tienen como objetivo principal darle una carga positiva a una relación históricamente hostil (y no por culpa nuestra). García parece creer –igual que Toledo en su momento, cuando dijo que si Chile compra más F-16 nosotros compraremos más lápices– que el crecimiento económico es sustituto eficaz de una buena diplomacia y sobre todo de una fuerza armada en capacidad de disuadir. Como el personaje del cuento de Voltaire, el primer mandatario está persuadido de que con Chile estamos en “le meilleur des mondes posibles”. Y pese a que la realidad lo refuta en forma dramática, cual Cándido afirma que “tout est au mieux”.

Por eso, para nuestro presidente, equivalen a “reclamos guerreristas de una torpeza primitiva” las alertas sobre la carrera armamentista chilena. Pone el ejemplo de Europa, donde encarnizados enemigos de siglos se volvieron aliados y construyeron la unidad europea. García, sin embargo, olvida un pequeño detalle: se necesitan dos para bailar un tango. Si Francia y Alemania son hoy socios es porque ambos dejaron de lado los sueños hegemónicos. No es el caso de Chile, ciertamente, que no ha renunciado, que sepamos, a su postulado de “por la razón o por la fuerza”. Ni a su hipótesis de conflicto simultáneo con Perú, Bolivia y Argentina. En sus libros blancos de defensa, año tras año, se contempla la probabilidad de “conflictos interestatales de alta intensidad y de corta duración”.


Por eso, solo desde el 2003, Chile ha destinado US$6,200 millones a armarse hasta los dientes y ha roto el equilibrio estratégico en la región. El promedio del gasto militar global asciende al 2,4% del PBI mundial. Chile, en cambio, gasta más del 4% de su PBI en armas de última generación. Un porcentaje sospechosamente alto para un país supuestamente amante de la paz, como intenta pintarlo el presidente García, quizá para justificar la poca voluntad de su gobierno (y de los anteriores) para invertir adecuadamente en la defensa nacional.

Nos preguntamos cómo haremos para no dejarnos pisar el poncho si hemos convertido en dogma eso de las “cuerdas separadas” (el presidente, en la entrevista, habla de “canastas diferentes”). Si pensamos, además, que es posible con el vecino “un futuro coordinado de crecimiento” pese al desequilibrio estratégico, del que nos lamentaremos cuando se produzca el fallo de La Haya. Pero, García dixit, lo único que hace falta para que la relación con Chile sea como una película de Disney es que superemos los “problemas emocionales del pasado”. ¡Cómo deben reírse a escondidas en La Moneda de la ingenuidad peruana!


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LA RAZON

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