31.8.09

Legítima sensibilidad y acuerdo posible

Estados Unidos utiliza bases militares denominadas FOLs (Forward Operating Locations) en Comalapa (El Salvador), Aruba/Curazao en las Antillas Holandesas y en Manta (Ecuador), ésta última por cerrar. La base de Manta será reemplazada por siete en territorio colombiano. Y esta decisión de Bogotá y Washington ha producido un debate sin precedentes en la región sobre la seguridad ya no hemisférica- como fue el patrón histórico- sino sudamericana, que es lo nuevo. Este giro en sí mismo tiene connotaciones históricas.

Los FOLs tiene como función básica apoyar la lucha contra el narcoterrorismo a través de enlaces aéreos, navales y terrestres, incluyen además sistemas de detección avanzadas y acciones de inteligencia. Dependen directamente del Comando Sur de Estados Unidos y su instalación forma parte de su estrategia de seguridad global en el hemisferio. Allí empiezan los problemas sensibles del debate actual.

Para la ma-yoría de la países de la región que tienen muy buenas relaciones con Estados Unidos (Brasil, Chile, Uruguay, Argentina y Paraguay), la ubicación estratégica , el número y funcionalidad de las bases y su inserción en la estrategia de seguridad continental de EEUU; ha generado legítimas sensibilidades que van más allá del rechazo ideológico de Venezuela, Ecuador y Bolivia.

En el mundo de la post guerra fría, relajadas las dependencias militares y políticas del pasado, los países sudamericanos tienen mayores espacios de autonomía e independencia en el conjunto de sus relaciones externas. Cuando impulsamos la creación de la Comunidad Sudamericana en el Cusco, hoy Unasur, teníamos en mente aprovechar ese espacio para -sin confrontar con Estados Unidos- crear y consolidar un espacio político, estratégico y de defensa propio de la región. Esta determinación explica que una de las primeras realizaciones de Unasur fuera constituir el Consejo de Defensa. La presencia de fuerzas y equipos militares de Estados Unido en siete bases colombianas, es objetivamente un factor que no converge con el proyecto de un sistema de seguridad sudamericana.

Por otro lado, hasta el momento las FOLs han tenido un estructura invariable en su composición esencial, que es aérea: aviones P-3 Orions, E-2, E-3 Awacs, C PBP-3 CGC-130. Ninguna de esas naves tienen la capacidad de los cargueros C 17 para transportar tropas a distancias que pueden comprender toda Sudamérica. Esto ha incentivado las sensibilidades. Las preocupaciones, pues, son justificadas, por esa razón el presidente Obama -cuya política exterior excluye a mi juicio cualquier hipótesis de intervención en la región- debe haber enviado como su representante especial al Subsecretario de Asuntos del Hemisferio Occidental, Christopher McMullen, al Brasil, Argentina y Uruguay para tratar el asunto.

En Unasur no se pudo discutir las cuestiones de fondo, por el formato público que tuvo. Debe hacerse en la próxima reunión del Consejo de Defensa. La solución debería contemplar dos hechos incontrovertibles en un ejercicio de realismo responsable: la legítima sensibilidad de la región y el derecho soberano de Colombia para suscribir acuerdos internacionales. Eso se puede lograr si las partes otorgan al resto de la región garantías jurídicas formales que el personal y el material militar no se utilice fuera del territorio de Colombia ni en acciones transfronterizas.


LA PRIMERA

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