24.8.09

Palabra de mujer

Por: Richard Webb

Era práctica normal que cuando se pedía un préstamo el banco exigía una garantía. Naturalmente tenía que ser una garantía realizable que el banco pudiera vender para recuperar su dinero en caso de que el deudor no cumpliera con su deuda, como podía ser una casa con título registrado, un automóvil o la maquinaria de una fábrica.

Hoy la garantía puede ser tu palabra. Por lo menos, si eres mujer y te acercas a la entidad financiera Confianza de Huancayo, que ofrece una línea de crédito llamada Palabra de Mujer. Su presidenta, la señora Elizabeth Ventura, declara que “crédito es dar confianza”, mensaje que acertadamente anuncia el mismo nombre de su institución. Ya antes, la institución Idesi, creada en 1986 para apoyar a microempresarios y dirigida también por una mujer, prestaba sin exigir prenda. Susana Pinilla, fundadora y presidenta de Idesi adoptó el lema “Tu trabajo es tu garantía”.

Uno de los descubrimientos que hicieron los pioneros del microcrédito fue que la mujer es más confiable como deudora que el hombre. Mohamed Yunus, economista de Bangladesh y célebre “Padre del Microcrédito”, dirigió los préstamos del Grameen Bank casi exclusivamente a mujeres. Fue un descubrimiento hecho a la medida para los que se han dedicado a luchar por la igualdad de género, tales como la ONG Manuela Ramos en el Perú, quienes rápidamente vieron en el crédito un poderoso instrumento para su lucha a favor de la mujer. Hoy, una red llamada Promuc agrupa a doce ONG que utilizan los préstamos a mujeres como una forma de reforzar el poder de decisión y el orgullo de estas dentro de sus hogares y comunidades.

Lo más rescatable de esta experiencia es el poder de la palabra, independientemente del sexo. Cuando la ONG Acción Comunitaria del Perú lanzó el programa de créditos Progreso, en 1982, lo anunció con las palabras: “Tú apruebas tu crédito”. El mensaje se refería al cumplimiento y a la continuidad de la relación. Para el primer préstamo, bastaba con pedirlo. Pero los próximos créditos dependían del cumplimiento de la palabra.

Las cajas municipales siguieron un principio similar, aunque el primer crédito era más investigado. Y muchas ONG empezaron a otorgar créditos a través de grupos donde lo determinante es el compromiso no de un individuo, sino de un grupo de varias personas.

¿Quién se imaginaba que el Perú iba a poder levantarse solo con su palabra?

EL COMERCIO

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