26.8.09

Los signos exteriores de viveza

Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.pe

La vida feliz de los políticos: ¿de dónde pecata mía?

La lluvia de críticas que le cayó a Lourdes Flores por aceptar la presidencia del directorio de una aerolínea privada es un asunto que tiene que ver con el dilema siempre vigente y complicado del origen y transparencia de la manera como los políticos financian su vida.

El ejercicio de la política o de un cargo público conlleva una orientación esencial hacia el bien común, mientras que un puesto privado implica la persecución de un interés particular.

Aunque ambos podrían ser compatibles, a veces surgen conflictos de interés. Ante ellos, las personas decentes los reconocen y resuelven con ética. Los truhanes, en cambio, los aprovechan e, incluso, los propician para beneficiarse directamente o a través de un ‘partner solapa’ con el cual ‘juegan en pared’.

No se puede sostener que este sea el caso de Lourdes Flores, una abogada que ejerce la profesión para vivir, que hasta hace poco fue rectora de la Universidad San Ignacio de Loyola, y que acaba de convertirse en presidenta del directorio de la flamante Peruvian Airlines.

El problema de esta chamba es que al propietario de la compañía lo están investigando por nada menos que presunto delito de lavado de activos del narcotráfico. Flores señala que no tiene ni una “pequeñísima sombra”. Mejor sería que su empleo estuviera en una empresa fuera de toda duda, pero ella debe estar muy segura de que el piso está parejo pues, si se llegara a comprobar el delito, significaría el final de su carrera política.

La otra crítica que le hacen a Flores es por el hecho mismo de aceptar un empleo privado. Pero antes que algo negativo esto tendría que ser motivo de elogio pues significa que debe trabajar para vivir, lo cual constituye un signo saludable en un medio como el peruano donde no es frecuente la transparencia de la manera cómo los políticos financian desde su vida hasta su actividad partidaria o sus campañas electorales.

Todos los políticos tiene la obligación ineludible de actuar con la mayor transparencia en este terreno, y los que estamos en el balcón observándolos deberíamos exigirla sin distingo de línea ideológica. Al que le caiga el guante, que se lo chante.

Desde Ollanta Humala, quien en estos asuntos es el más mencionado, hasta Alberto Fujimori, quien hacía ‘magia’ para pagar el estudio de cuatro hijos dentro y fuera del país con solo dos mil soles al mes, o el presidente Alan García, a quien la sección Ofidio de este diario hizo bien en preguntarle ayer si su departamento parisino está incluido en la declaración patrimonial que acaba de mostrar El Peruano.


LA REPUBLICA

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