31.8.09

Regreso tacneño

Acaban de cumplirse 80 años de la reincorporación de Tacna al seno patrio, tras casi 50 años de ilegal -los chilenos se zurraron en el Tratado de Ancón- y abusivo cautiverio, en medio de relaciones muy tirantes con Santiago debido a que precisamente queremos ampliar el mar tacneño, así que vale la pena contar cómo se recuperó esta provincia y de paso mostrar lo hábil que fue Leguía, quien consiguió esto sin disparar un tiro (antes solía ser muy crítico de Leguía, pero -y reconociendo sus tremendos defectos- vaya que era muy hábil. Estoy por coincidir con Haya en que fue el mejor presidente peruano, incluso sobre Castilla).

Quienes conocen la historia del Perú, saben que cerrar las fronteras, dentro de lo que se podía y sin llegar a guerras, fue una obsesión personal para Leguía, que no podía entender que el Perú no tuviese límites establecidos a casi 100 años de su independencia. Por eso cerró acuerdos con Brasil y Bolivia en su primera administración y con Colombia y Chile en el Oncenio, faltándole sólo Ecuador. Muchos critican que Leguía le haya cedido Leticia (la salida al Amazonas) a Bogotá en 1928, pero en primer lugar no recuerdan que hubo un canje territorial, recibiendo Perú a Sucumbios (que después estúpidamente se lo entregamos a Ecuador y allí éste encontró mucho petróleo), y que dicha maniobra tuvo como objetivo romper la antiperuana alianza colombo-ecuatoriana.

Recién con la espalda norte cubierta es que Leguía podía abocarse a las duras negociaciones con Chile (recuerden que antes no se había podido ejecutar el plebiscito en Tacna y Arica establecido en el Tratado de Ancón) y así no tener abiertos dos frentes. Leguía valoraba esto mucho más que un pedazo de selva, a la que no se le hacía mucho caso en esa época. Además, los yanquis lo presionaron para que le dé la salida al Atlántico a Bogotá por el Amazonas, pues querían pasarle la mano a Colombia, a la que décadas atrás le habían quitado Panamá para hacer el canal. Creo que Basadre, que era antileguiista, no supo valorar esta jugada de ajedrez.

Caído el plebiscito de la misión yanqui Pershing/Lassiter en junio de 1926, por el sabotaje chileno, no quedó más que ir a las negociaciones directas en 1929. Leguía planteó la devolución de las dos provincias/un protectorado tripartito peruano-chileno-yanqui sobre Arica/un protectorado bajo supervisión uruguayo-venezolana/la división de Arica en dos.

Santiago rechazó de plano todas estas iniciativas, con apoyo yanqui, pues Washington creía que una guerra peruano-boliviana era inevitable en cuanto Perú recuperase Arica. Prosperaba la partición, lo que el presidente chileno Ibáñez llamaba la "mitaya": Tacna para Perú y Arica para Chile. Leguía replicó que no podía recibir Tacna sin puerto, y salió entonces la idea del tren, la aduana y el muelle peruanos en Arica (¡lo que recién cumplieron en los acuerdos con Fujimori!). Es que Ibáñez, siendo militar, tenía mejor disposición que el anterior presidente Barros Luco, que decía: "Para Chile no existe el problema de Tacna y Arica. El problema es de Perú, que no tiene ni a Tacna ni a Arica" (¡qué hijo de puta tan prepotente y arrogante!). Es aquí donde Leguía mete el "candado": Arica no puede ser cedida a una tercera potencia sin el previo visto bueno del Perú.

El tacneño Basadre es muy duro con Leguía por este acuerdo, pero es muy fácil hablar desde la galería. Ya recuperar Tacna sin una guerra fue bastante. Incluso el general Ibáñez tuvo serios problemas en Chile por esto y se impuso sólo por ser un dictador.

CORREO

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