26.8.09

La descentralización popular

QUE QUEDE DE LADO EL CLIENTELISMO

Por: Pedro Morales Mansilla*

El presidente considera la descentralización como reforma necesaria para la refundación del Estado, anuncia que duplicará el Foncomún y propone la “descentralización popular”. Suponemos que para fortalecer la reforma, sin admitir que a estas alturas del proceso se crucen funciones, invadan competencias de los gobiernos locales, esta debe desarrollarse ordenadamente. Sin embargo atentan contra la construcción de su institucionalidad y dañan el prestigio del proceso.

“Duplicar el Foncomún en cuatro partes anuales, desde el 2% hasta el 4% del IGV”, sin tener cómo estabilizar el volumen de ventas ni modificar la participación de las municipalidades en los otros componentes del fondo, es relativo e inviable. Condicionar las “nuevas” transferencias al incremento de la recaudación municipal, es no conocer la realidad. Hay más de medio millar de municipalidades que viven solo de transferencias del Foncomún. Esperar cuatro años para su concreción, es no tener idea de la urgencia de recursos.

La participación de grupos organizados de la sociedad en la ejecución de la pequeña obra pública es práctica conocida. Salvo el nombre no es novedad, así como no es problema que núcleos ejecutores realicen obras, siempre y cuando quede en claro la fuente de los recursos.

Según la “descentralización popular” las entidades asignantes de recursos para atender la demanda de los núcleos ejecutores “para que puedan invertir directamente” serán “los gobiernos regionales, las municipalidades y algunos programas de los ministerios”, contando para ello con el 6% del presupuesto que no han ejecutado, lo que no quiere decir que les sobre dinero para libre disponibilidad.

La realidad es que son escasísimos los gobiernos regionales y locales que podrían satisfacer esta “iniciativa”, que se convierte en ingeniosa manera de hacer que la población llegue al Gobierno Central en busca de recursos para sus obras. Ocasión de encontrar clientela política para las próximas elecciones.

Si la preocupación es invertir y llegar rápido a los más pobres por qué no se utiliza como faja transportadora de los recursos la experiencia de las municipalidades y se les asigna un presupuesto extra solo para este fin sin “saltarse la garrocha” a los planes de desarrollo local.

Medida audaz. Culminar la transferencia del Foncodes a las municipalidades y restablecer la cooperación popular para la ejecución de pequeñas obras, con menos inversión fiscal, más poblaciones atendidas y menos influencia del carnet partidario.

(*) Ex congresista de la República

EL COMERCIO

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