27.8.09

Una historia siempre presente

LAS COMPLEJAS RELACIONES CHILENO-BOLIVIANAS

Por: Héctor López Martínez Historiador

La entrevista al presidente Alan García, publicada por “La Tercera” de Santiago, ha producido un fuerte impacto tanto en el ámbito político chileno cuanto en el boliviano. Todas esas reacciones cobran mayor importancia en la medida que ambos países se aprestan a celebrar elecciones presidenciales dentro de poco tiempo. Ya el candidato a la jefatura del Estado chileno Salvador Piñera ha dicho que es contrario a darle a Bolivia una salida soberana al mar. Por su parte, el ex presidente boliviano Carlos Mesa ha declarado, con evidente realismo: “Sería ingenuo de nuestra parte suponer que Chile va a darle soberanía a Bolivia”. El más afectado en esta coyuntura es Evo Morales, quien tendrá que dar explicaciones a su país sobre los 13 puntos que viene tratando reservadamente con Chile, donde el principal, obviamente, es negociar una salida soberana al mar. Esa carta de triunfo, no la tiene Morales y, tal vez, nunca la tendrá Bolivia.

Las relaciones chileno-bolivianas, a lo largo del siglo XIX, fueron terriblemente desventajosas para el país altiplánico. Por razones geográficas descuidó su litoral y tuvo la desgracia de tener como presidente de la República al general Mariano Melgarejo, que gobernó entre 1864 y 1871. “La orgía —escribió Jorge Basadre— ocupó en la existencia de Melgarejo el lugar que en otras vidas ocupó el trabajo”. La diplomacia chilena aprovechó muy bien la ignorancia y el talante vesánico de este personaje. Su ministro plenipotenciario en Bolivia, Aniceto Vergara Albano, bebió cerveza en compañía de Holofernes, el caballo favorito de Melgarejo. Vergara Albano redactó el tratado entre su país y Bolivia, del 10 de agosto de 1866, que cedía amplio territorio litoral de Bolivia a Chile, la mitad de los productos minerales y guaneros que se descubrieran en esa área y otras facilidades. Vergara Albano fue colmado de honores, condecoraciones e incluso Melgarejo lo nombró ministro de Hacienda de Bolivia.

Después de la Guerra del Pacífico, Chile y Bolivia firmaron en 1884 un Pacto de Tregua y el 20 de octubre de 1904 un tratado definitivo de paz, donde se consagraba la propiedad chilena de todos los territorios arrebatados a Bolivia. Cuatro años antes, Abraham Köning, ministro plenipotenciario de Chile en Bolivia en nota enviada al ministro de Relaciones Exteriores, Eliodoro Villazón, decía: “Es un error muy esparcido que se repite diariamente en la prensa y en la calle, al opinar que Bolivia tiene derecho de exigir un puerto en compensación de su litoral. No hay tal cosa Esta entrega es indefinida, por tiempo indefinido; así lo dice el Pacto de Tregua: fue una entrega absoluta, incondicional y perpetua”.

El 9 de julio de 1909 el presidente de la República Argentina, José Figueroa Alcorta, expidió el Laudo en el juicio de límites entre el Perú y Bolivia, sometido a su consideración. Antes del anuncio oficial, el documento se filtró a los grandes diarios bonaerenses y, en Bolivia, se produjeron ruidosas manifestaciones y ataques a los consulados peruanos y al local de la Legación en La Paz, por considerar que el Laudo era lesivo a Bolivia. Fue a raíz de estos sucesos que también se conoció periodísticamente que Chile tenía un acuerdo secreto con Bolivia para que este país atacara por sorpresa al Perú, avanzando desde Puno y apoderándose de Mollendo, puerto que mantendría con ayuda chilena. A cambio, Tacna y Arica quedarían definitivamente bajo la bandera de la estrella solitaria. ¿Fue cierta esta conjura? No es posible afirmarlo. Argentina rompió relaciones con Bolivia y ese mismo año, 1909, el Perú y Bolivia firmaron y ratificaron el Tratado de Rectificación de Fronteras.

EL COMERCIO

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