25.4.09

Asilo y democracia

Como sostiene el jurista y actual congresista de la República, Javier Valle-Riestra, cuando el militarismo levanta las banderas del socialismo se vuelve trasnochado y tenebroso. Lo dice con conocimiento de causa porque fue víctima y testigo vivencial de la persecución de la que fue objeto por el autor del golpe del 3 de octubre de 1968, Juan Velasco Alvarado. Pero esa mala experiencia –por la que transitó Valle-Riestra allá por 1969– acabó positivamente cuando recibió de la España franquista el asilo que solicitaba, perdiendo el dictador Velasco la posibilidad de encarcelarlo con acusaciones caprichosas como haber boicoteado la reforma agraria de militares comunistoides.

Sabido es que la historia resulta impredecible. Por ejemplo, ahora vemos a un admirador del tirano Velasco, el actual presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, un pitecantropus que persigue y atropella a sus opositores políticos. Entre éstos a Manuel Rosales –ciudadano venezolano y líder del partido Un Nuevo Tiempo-UNT–, quien ha venido al Perú a pedir la protección del derecho de asilo. Qué paradójico resulta que el propio Chávez Frías hace 18 años llegara al Perú (Iquitos) junto a decenas de uniformados a pedir asilo al gobierno de Fujimori, tras un fallido golpe militar suyo en Venezuela. Entonces este procaz uniformado, hoy tan fanfarrón y prepotente porque monopoliza todas las riendas del poder, adujo con palidez de espíritu que su vida corría peligro y que se le perseguía por sus ideas políticas.

Pero las cosas cambian. Por eso, al mediodía del pasado lunes, Javier Valle-Riestra, hoy también abogado de Manuel Rosales presentó ante la cancillería peruana una solicitud de asilo sustentando que su defendido sufre incesante hostilización y persecución de la “revolución bolivariana” que encabeza el ruidoso Chávez Frías, con mayor razón cuando este energúmeno vocifera en plazas públicas que “aplastará” al referido rival político. Recordemos que este líder opositor venezolano es alcalde de Maracaibo y antes fue gobernador del Estado de Zulia, además de competidor de Chávez en las elecciones presidenciales del 2006. Sin embargo, desde que asumió el cargo de alcalde, en noviembre de 2008, la ira del chavismo se hizo insoportable y los acechos y planes contra el liderazgo de este dirigente opositor a la revolución bolivariana, se hicieron peores y más palpables.

Obviamente regímenes autoritarios como el que encarna Chávez tratan de perseguir a sus críticos inventándoles acusaciones en torno a delitos comunes, con el objeto de presionar al Poder Judicial venezolano para enjuiciarlo –sin fundamento– y eliminarlo así de la línea opositora en la que se encuentra Rosales, quien es uno de los pocos políticos de su país que ha salido a criticar sin ambages la serie de estratagemas impuestas por Chávez Frías para perpetuarse en el poder, marcando aquello su influencia totalitaria sobre todos los órganos institucionales del Estado venezolano. Al no haber garantías para Rosales, cuya vida y derechos políticos están en peligro, no le queda más remedio a la democracia peruana que aplicar el derecho internacional y nuestra Ley de Asilo –una de las más avanzadas del mundo– para concederle ese estatus al fundador del partido UNT. Así espera la democracia


EXPRESO

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