27.4.09

Candelejones (II)

Una perspicaz lectora, peruana que vive en Estados Unidos (por si acaso, todos los que mencionamos existen y no son álter ego de este columnista) nos ha escrito algunas interesantes reflexiones sobre el tema que desarrollamos en la columna anterior:
“Noto bastante similitud entre lo ocurrido con el ex presidente Fujimori y lo que está sucediendo aquí en USA, donde desde el Gobierno (con la ultraizquierdista Nancy Pelosi como vocera) han lanzado una cacería de brujas –muy parecida a la que empezaron Paniagua y Toledo– contra los servicios secretos, Fuerzas Armadas, y todos quienes han trabajado en la administración Bush. Una campaña de desprestigio me parece que con la intención de debilitar todas las instituciones del Estado que signifiquen una traba para los planes preestablecidos. Ya están en la mira Condoleezza Rice, Rumsfeld, Chenney y llegarán hasta el ex presidente Bush por el tema de las torturas a terroristas”.


“Veo bastante similitud en cuanto a la metodología, y la misma utilización de la prensa progre. Y nadie me quita de la cabeza que la mano negra que está detrás del juicio y sentencia condenatoria a Fujimori es la del multimillonario húngaro-americano George Soros, uno de los mecenas de Obama (N. de R.- También de Toledo). Y sospecho que personajes de peso en la anterior administración como Colin Powell, van a ser intocables, convirtiéndose en ‘colaboradores eficaces’... y a lo mejor también Rober Gates, quién sabe”.

Efectivamente, en todas partes se cuecen habas. Por lo menos, los militares estadounidenses están fuera de la jurisdicción del Tribunal Penal Internacional y además Estados Unidos no forma parte de la CIDH. Por cierto, Bush y su Administración negaron siempre haber torturado a ciertos terroristas de alto vuelo. Como apunta un minucioso ensayo del Grupo de Estudios Estratégicos (GEES) de España, previamente hicieron un minucioso análisis jurídico de lo que es y no es tortura. Y aplicaron “técnicas mejoradas de interrogatorio” bajo el control de médicos y psicólogos, quienes se encargaban de que los métodos no tuvieran las consecuencias físicas y mentales que los hiciesen incurrir en la categoría de torturas. Y no olvidemos el contexto en que tales interrogatorios se desarrollaron: bajo el impacto del 11-S y ante el peligro de que se repitieran los atentados.

Pero a la izquierda norteamericana no le interesa el contexto ni las circunstancias extraordinarias (igual que aquí a la progresía y a los jueces no les importó la situación que vivíamos a causa de SL para dictar sentencia contra Fujimori). Los corazones sangrantes disfrazan su odio bajo el ropaje del purismo moral. Dijimos aquí, varias veces, que a diferencia de Fujimori, el ex presidente Bush se fue tranquilo a su rancho en Texas. Ahora, ya no estamos tan seguros de que salga bien librado de la venganza que cocinan los caviares gringos.

LA RAZON

No hay comentarios: