25.4.09

Defensa del conflicto

Por Mirko Lauer

[Párrafos de una intervención sobre opinión pública, conflicto y democracia en la clausura de Wapor/II Congreso Latinoamericano de Opinión Pública]
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Un columnista siempre está buscando las fallas geológicas de la opinión pública, ese punto donde los puntos de vista chocan, y producen en la conciencia ciudadana sismos de magnitud variable. Hay tres lugares principales donde es posible encontrar oro de este tipo:

° La opinión enlatada y sanitizada (y esencialmente irresponsable) que aparece en las encuestas.
° Las movilizaciones, físicas o comunicacionales, que son algo así como opinión pública en acción, con compromiso y más responsabilidad.
° Las opiniones individuales con capacidad de evocar la resonancia más amplia de una opinión colectiva.
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Detrás de esas fallas geológicas el columnista busca captar el conflicto, ese punto en que la opinión pública se parte en dos o más. Nada pone mejor a prueba o fortalece más a la democracia. La marca de fábrica de una situación o posición en que la democracia empieza a peligrar es el llamado a la unidad por encima de los puntos de vista. En una democracia el conflicto conducido por canales de legalidad está llamado a no terminar nunca.
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Siempre es timbre de orgullo de autoritarios o dictadores la disminución radical de los conflictos. Grave error y real amnesia, pues la experiencia sugiere –y Alfred Stepan lo demuestra en el caso de las dictaduras militares del continente– que este tipo de mandón es esencialmente inestable. Posponer el conflicto es acumularlo en un solo polo social, hasta volverlo irresistible.

En la dialéctica de dictadura militar y poder civil en nuestra historia republicana, vemos que la opinión pública no tiene un especial partido tomado por uno de los bandos. Lo que tiene el pueblo es una pasión por expresar sus conflictos, contra quien sea. No se ha medido, que se sepa, pero todo sugiere que más duró quién más conflictos toleró.

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Hay en la sociedad muchos sectores que precisan la llamada calma social y los consensos casi totales que la acompañan. Este no es el caso de la democracia como tejido de valores e instituciones. La democracia precisa los conflictos, puesto que su razón de ser misma es reconocer su existencia, administrar las diferencias, ecualizar las desigualdades.

Habría que terminar diciendo que la opinión pública es muchas cosas, pero para el columnista ella es el heraldo, no importa cuán adelantado esté su anuncio, del conflicto en democracia. En esta medida, si las encuestas son opinión pública enlatada, los medios de prensa son conflictos enlatados. En ambos casos la mejor práctica de la democracia consiste en no tratar de esconder el abrelatas.

LA REPUBLICA

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