25.4.09

La Nº 1

Por Mirko Lauer

¿Es el 26% de Keiko Fujimori garantía de victoria? De ninguna manera. En realidad ocupar el primer lugar en las encuestas es una buena manera de concluir una campaña electoral, no de comenzarla. Si no que lo digan Mario Vargas Llosa, Ollanta Humala, y tantos otros punteros de la primera hora. E incluso las cifras en las encuestas de la víspera electoral no garantizan nada.

Sin embargo instalarse en las grandes ligas de la opinión es una ventaja: en los primeros momentos al público le gusta un ganador por principio, y los medios siguen a los punteros. Liderar puede no asegurar la victoria, pero vuelve algo más cómodo el camino al desenlace final. Además las grandes ligas sí aseguran la supervivencia como fuerza parlamentaria significativa.

La posición de la candidata Fujimori se ha vuelto peligrosa, en la medida que ahora tiene que cuidar ese primer puesto. Su delantera reforzará la disposición a hacer alianzas entre los rivales e intensificará el fulgor de los reflectores, lo cual siempre magnifica la percepción pública de los inevitables errores. La suerte del puntero está en manos de las encuestas, mucho más que la del resto.

El caudal de Keiko Fujimori está compuesto por el residuo de simpatías por su padre, la intensa publicidad producida en torno del juicio y la condena, la condición de rostro nuevo que tiene la candidata en el juego electoral. De los tres factores los dos últimos son difíciles de conservar por el camino, sobre todo entre los volubles sectores sociales D y E, sus actuales plazas fuertes.

Pero un importante activo adicional son los cuadros políticos que la rodean, el equipo político más eficaz después del aprista, con gran capacidad de movimiento en los medios y recursos económicos suficientes para todos sus objetivos. Una parte del fujimorismo aprovecha el sistema democrático mientras que otra parte se dedica a subvertir y dividir a esa misma democracia desde dentro y desde fuera.

Los principales peligros de la candidata en su marcha al 2011 son: el surgimiento en la derecha de una alianza antifujimorista fuerte que le bloquee la llegada a la segunda vuelta, la aparición de otro rostro nuevo con atractivo en estos próximos dos años, la despintada de una imagen de por sí frágil y luego sometida al fuego de la polémica política persona a persona.

Pero sin duda el 2009 viene siendo el año político de Keiko Fujimori. Llegó a la política a expensas del vejamen sufrido por su madre, y ahora llega a encabezar la encuesta gracias a la sentencia dictada contra su padre. Vaya que la candidata saca fuerzas de su familia.

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