30.4.09

Condenable ataque

Ahora es cuando la dirigencia nacional y la opinión pública –porque de las ONG no esperamos un solo reproche que no sea a favor del terrorismo– tienen que rechazar el atentado perpetrado por el terrorismo –enquistado en el VRAE– nada menos que contra la máxima autoridad militar de las Fuerzas Armadas del Perú, el general EP Francisco Contreras, actual jefe del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas-CCFFAA, quien iba a bordo de un helicóptero junto a un equipo de oficiales del más alto nivel, prestos a coordinar acciones en la zona del Vizcatán y a supervisar las bases antisubversivas. Por fortuna todos los ocupantes de la aeronave salieron ilesos. Ante un hecho de esta naturaleza, violatorio de los derechos humanos de peruanos que visten el uniforme de la patria y que tienen el encargo de la nación de luchar contra el narcotráfico y el terrorismo, no queda sino expresar de manera enérgica y firme nuestro rechazo a este acto criminal, donde el genocidio senderista –bien apertrechado y cobardemente agazapado en el monte– intenta boicotear las políticas del Estado orientadas a la pacificación de la cuenca de los ríos Apurímac y Ene. El atentado describe la peligrosidad y audacia de estos terroristas, quienes no reparan un instante en esconderse entre la población sin importarles poner como escudos humanos a niños y mujeres.

Reiterando nuestra desconfianza en las ONG políticas, resulta que frente a esta terrible realidad aún indigna que ni una sola de estas organizaciones –que dicen defender los derechos humanos– se haya pronunciado a favor de los uniformados. En otros términos, cientos o miles de infantes y mujeres viven una suerte de neoesclavitud, sin otra opción que sembrar coca y macerarla. Y cuando el Estado intenta llegar a esos espacios rurales e inhóspitos, con programas sociales y alternativas agrícolas, aparece de pronto con metralla un puñado de sujetos listos a matar a soldados, cuando no a jueces o fiscales, como ocurrió antes en el Alto Huallaga. Sin embargo el problema ya ha salido del Huallaga y se ha trasladado al VRAE. Allí el narcotráfico se ha hecho fuerte gracias a su pérfida alianza con el senderismo. Y asimismo no olvidemos que Vizcatán, desde la década del ochenta, es el santuario más preciado de Sendero Luminoso. A todo ello se suma el robo de armas de guerra por parte del senderismo, donde las víctimas son soldados emboscados. Y por último la ventaja del conocimiento de la geografía por parte de los antisociales, factores todos que explican por qué toma tiempo y esfuerzo desarticular al enemigo número uno del Perú.

Aquello debe hacer reflexionar al país sobre el terreno y las duras circunstancias en las que luchan nuestros militares y policías. Peor aún cuando –reiteramos– hay escudos humanos manipulados al antojo de los senderistas, hecho que facilita que estos miserables no sean repelidos por las fuerzas del orden con la intensidad de disparos que la situación requiere, ya que podría sufrir la población inocente. Por esas razones, frente al cobarde atentado contra la cúpula militar del Perú, vaya nuestra condena más contundente y enérgica, al tiempo que expresamos nuestra solidaridad y respaldo al CCFFAA y a los colegas periodistas que iban a bordo del helicóptero que fue blanco de las ráfagas terroristas.
EXPRESO

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