26.4.09

Perdidos en el espacio

En Inglaterra es un delito hacerle perder el tiempo a la Policía. En el Perú deberíamos instaurar una penalidad similar, aunque en nuestro caso debería ser a la autoridad que desperdicia el tiempo que le hemos otorgado y financiado los ciudadanos. En las últimas dos semanas, el Congreso ha realizado tres largas y tediosas plenarias que han resultado ser totalmente innecesarias. En dichas sesiones, los congresistas han repetido las mismas generalidades, primero, sobre la ausencia del premier, luego sobre la falta de una política en el VRAE, concluyendo con innumerables discursos de desagravio a una legisladora por la opinión de un diario. Al cabo de más de veinte costosas horas de discursos televisado no hubo propuesta concreta alguna e, incluso, durante el debate no estaba presente en el hemiciclo ni la décima parte de los parlamentarios. Como contribuyente, me siento absolutamente estafado.

Pero la penalidad a la autoridad por desperdiciar el tiempo también se le debería aplicar al Gobierno que, habiendo ya cumplido mil días de su mandato, aún no ha realizado las reformas estructurales que tanto necesitamos. Ello a pesar de haber disfrutado hasta la fecha de un período realmente inusual de prosperidad. Claramente, Alan García corre el riesgo de desperdiciar nuevamente la segunda oportunidad que el electorado le ha dado. Como muestra un botón: En días consecutivos hemos reportado el brote de tuberculosis en uno de los principales hospitales públicos del país y el incremento del pandillaje juvenil en la capital, reafirmando el alto costo de la inacción en Salud y en seguridad ciudadana al no haberse siquiera iniciado la reforma del Estado.

Más aun, esta frustrante sensación de oportunidad perdida se acrecienta cuando consideramos los contados pasos positivos que nos van llevando gradualmente a la modernidad –el TLC con China, la tecnología digital–, pero que bien podrían ser muchísimos más. La frustración aumenta ante cada revisión a la baja de las proyecciones de la economía mundial que nos resaltan cada vez más en el privilegiado grupo de países que no sufrirán. Diferenciación que nunca hemos tenido en el pasado y que deberíamos aprovechar para atraer inversión en lugar de estar desperdiciándola.

Incluso, la urgencia de poder capitalizar esta situación se pone más en evidencia cuando observamos cómo se está oscureciendo el horizonte del vecindario, todos los presidentes chavistas –con la excepción del obispo pecador que no resiste la tentación– están camino a perpetuarse en el cargo. Por tanto, podríamos estar aislados por un período largo y necesitamos seguir diferenciados con un crecimiento adecuado para evitar el contagio. Por ello, sugiero que Gobierno y Congreso le prometan al ciudadano que se abocaran hasta fin de año a implementar las reformas que necesitamos, para poder así aprovechar esta oportunidad. Luego de ello podrán volver a estar perdidos en el espacio.

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