26.4.09

Gana la envidia, castigan el éxito

En julio del año pasado el Banco Interbank anunció que el profesor Benjamín Maraza Quispe había ganado el premio "El maestro que deja huella".

Como recompensa, la entidad bancaria le entregó un departamento nuevo, un vehículo; pero, además, el colegio Juan Velasco Alvarado, de la irrigación San Camilo, ganaba 5 mil dólares con los cuales se adquirió 15 computadoras.

Benjamín ha diseñado varios software para facilitar y hacer más amistosa la enseñanza de la física y las matemáticas.

"Ha hecho un seguimiento del aprendizaje de sus alumnos. Mejoran su rendimiento académico; pueden comprobar conocimientos adquiridos, aclarar dudas; se apoyan en el computador como herramienta de aprendizaje. Son muchos los beneficios que viene produciendo su trabajo(sic)", nota publicada por el propio Interbank.

¿De qué le ha válido este premio y estímulo? De nada.

Increíblemente el director de la Ugel Norte, Roque Márquez, acaba de echarlo a la calle. Ni siquiera es su jurisdicción, Benjamín pertenece a la Ugel La Joya.

El ganador de un premio a nivel nacional ha sido declarado excedente. Es decir, que está sobrando.

Los motivos: Baja meta de atención entre los alumnos y es considerado como docente de físico-matemáticas, cuando él es docente de cómputo.

O sea, lo acusan de todo lo contrario de lo que un jurado exigente lo calificó, apenas hace medio año y a nivel nacional.

La única explicación en este caso es la envidia al éxito. En una palabra, los antivalores.

A Benjamín le han buscado 3 pies al gato y punto.

Apenas se conoció de los éxitos de Benjamín Maraza comenzaron los problemas.

Sus propios colegas hablan en voz baja de su futuro, el mismo panorama se pudo notar entre sus vecinos. Pocos fueron quienes lo felicitaron y de daban valor para continuar en el mismo desempeño.

Los envidiosos encontraron "caldo de cultivo" en el premio a Benjamín, no soportaban que una persona humilde haya logrado un estatus económico, social y de reconocimiento.

Los egoístas han tratado de minimizar su aporte como docente, han menospreciado su trabajo creativo y hasta han despotricado por haber trabajado más de la cuenta por un mísero sueldo.

Como en todo lado, aparecieron los sobones, aquéllos que cuyo único mérito es adular a los jefes y comer de sus migajas.

Los sobones tienen tiempo para ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, se las ingenian para indisponer a los eficientes para quedar ellos como "colaboradores salvadores", ni siquiera tienen reparos en meterse con niños y jóvenes.

Afortunadamente, Benjamín Maraza Quispe es un hombre exitoso, excelencia, ha demostrado que los antivalores están por encima de su profesionalismo y su personalidad y confiamos en que tendrá un futuro mucho más grande que las mezquindades de un funcionario de Ugel.

De otro lado, la Región Arequipa y el propio Ministerio de Educación, no permitirán este atropello, por cuanto se está mellando un ejemplo y se está premiando a la mediocridad y la política de los cangrejos (al que está arriba hay que bajarlo de inmediato).

Ahora no vengan a decir que existió un error o es una mala interpretación, los funcionarios cómplices deben irse a su casa de inmediato, es hora de que el presidente regional, Juan Manuel Guillén, imponga su autoridad ante semejante atropello o este caso quedará como tantos otros, en una anécdota para la burocracia y en el maltrato a los verdaderos profesores que, como Benjamín, necesita el Perú.


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