27.4.09

La locomotora china

Por: Richard Webb

Al contemplar las Olimpiadas de Beijing quedé con la boca abierta ante la perfección organizativa y el desempeño atlético de China: todo presentado con la cara humana que hace posible la televisión. Ahora, nuevamente, China me deja sin habla, esta vez al escuchar al profesor Pan Wei de la Universidad de Beijing resumiendo los logros económicos de esa nación.

Hace apenas treinta años, China era un país escondido. Una famosa muralla divide el norte y el sur de su territorio, pero más muralla era la que rodeaba al país entero. El ingreso de extranjeros era por poco imposible y, debido a su política de autosuficiencia, casi no existía el comercio externo. La puerta empezó a abrirse en los años setenta, pero aún en 1985 la exportación China era apenas 25 dólares por persona; la cifra es casi 1.200 dólares y la exportación total llega a 1,4 millones de millones de dólares, sobrepasando a Estados Unidos e igualando a Alemania, el exportador número uno del mundo. China es hoy una economía más abierta que la de Estados Unidos y, si bien está intacta la muralla histórica, la muralla política que encerraba al país ha desaparecido. A diferencia de las ideologías de izquierda en el Perú, que “demonizaban” y trababan la exportación, el gobierno comunista de China convirtió la exportación en punta de lanza para un extraordinario despegue económico.

La reacción de China a la crisis ha sido decidida y oportunista. Inevitablemente, sus exportaciones sufren por la recesión global, pero la respuesta ha consistido en una agresiva expansión del gasto interno, triplicando el estímulo de los Estados Unidos. La prioridad es la interconexión de las zonas rurales con veinte nuevos ferrocarriles y la pavimentación de todos los caminos que unen a los pueblos pequeños del país. Mientras se hunde el primer mundo, China sigue creciendo y su producción total está a punto de sobrepasar la del Japón, convirtiendo al país en la segunda economía más grande del mundo. Tres bancos chinos se cuentan entre los diez más grandes del mundo, la moneda china —el renminbi— como una de las monedas fuertes y Shangái como el nuevo Wall Street. Todo sugiere que el mayor ganador de la crisis será China y que su economía servirá de locomotora para sacar al mundo del hoyo. Mi recomendación para el inversionista: poner una academia de la lengua china.


EL COMERCIO

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