30.4.09

El Sur debe plantear sus opiniones en la Cumbre

La Asamblea General de las Naciones Unidas celebrará del 1 al 3 de junio una reunión cumbre especial en la que abordará las posibles medidas a adoptar con relación a la crisis económica mundial. Es una reunión más “participativa” en la medida en que podrán asistir los 192 países miembros del foro mundial, a diferencia de las reuniones del Grupo de los 20, a las cuales están invitados sólo los países desarrollados y algunos pocos países en desarrollo.

En esta oportunidad habrá mayores posibilidades de plantear los problemas prioritarios de los países en desarrollo, así como de proponer acciones, ya que estos países han sido los más afectados por una crisis que no provocaron. Sin embargo, cabe la duda de si los principales países desarrollados, que están tan acostumbrados a salirse con la suya, permitirían que las Naciones Unidas se conviertan en un organismo que adopte decisiones importantes.

De todas formas, los países en desarrollo deberían estar bien preparados para esta reunión e impulsar sus temas con la mayor energía posible porque ésta es una oportunidad de que se atiendan sus problemas.

Algunas de las prioridades de los países en desarrollo son:

* Establecer un sistema internacional que propicie su estabilidad financiera.

* Tener acceso a recursos financieros adecuados y estables en momentos en que caen las corrientes de capital del sector privado y las exportaciones.

* Evitar crisis financieras y de endeudamiento, y lograr una gestión adecuada de las crisis cuando éstas sobrevengan.

* Que sus bienes y servicios tengan libre acceso a los mercados.

* Evitar los daños colaterales de las políticas adoptadas por los países desarrollados en respuesta a la crisis.

* Mantener y ampliar el “espacio político” para implementar políticas adecuadas de recuperación y desarrollo económicos.

Las cuestiones de los daños colaterales y del proteccionismo que surge de las políticas antirrecesión de los países desarrollados cobran enorme actualidad. China presentó a mediados de abril una enérgica protesta contra Estados Unidos en la Organización Mundial de Comercio por bloquear mediante una ley la importación de sus productos avícolas. Éste es sólo el último ejemplo de cómo los países intentan proteger sus mercados en épocas de crisis.

La protección en el marco de las políticas de “rescate” es aún de mayor escala. El “plan de estímulo fiscal” aprobado por el Congreso de Estados Unidos especificaba que sólo los productos fabricados en ese país podrían utilizarse en los proyectos financiados por la propuesta.

También existe el temor de que los billones de dólares destinados al rescate de la banca, las compañías de seguros y la industria automovilística terminen perjudicando a las empresas de los países en desarrollo, ya que sus gobiernos carecen de fondos para brindar subvenciones similares. Las empresas subvencionadas del mundo desarrollado, que de lo contrario habrían quebrado, podrían dejar fuera de competencia, o incluso absorber, a algunas de las empresas no subsidiadas del Sur.

Otro daño colateral es la caída de los precios de los productos básicos (commodities), lo cual afecta en mayor medida a los países más pobres. Algunos de ellos tienen ahora dificultades para cumplir con el pago de sus importaciones o deudas. Habría que poner a disposición de esos países una línea de crédito y una donación importante que los ayude a campear la recesión. Estos fondos deberían ofrecerse sin el tipo de condicionamientos negativos típicos del Fondo Monetario Internacional.

Es necesario exponer estos temas en la cumbre de las Naciones Unidas de principios de junio, de manera que las preocupaciones de los países en desarrollo en torno a los problemas provocados por la crisis económica se incluyan en la agenda mundial.

* Martin Khor, fundador de Third World Network (TWN), es director ejecutivo de South Centre, una organización de países en desarrollo con sede en Ginebra.

Se publica esta nota en acuerdo con Agenda Global de Uruguay


LA PRIMERA

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